La Segunda Tentación de Jesús

La Segunda Tentación de Jesús

La Segunda Tentación de Jesús

 

Entonces el diablo le lleva consigo a la Ciudad Santa, le pone sobre el alero del templo, y le dice: “Si eres Hijo de Dios, tírate abajo, porque está escrito:

A sus ángeles te encomendará, y en sus manos te llevarán, para que no tropiece tu pie en piedra alguna”

Jesús le dijo: “También está escrito:

No tentarás al Señor tu Dios”.

 

Mt 4, 5-7

S. Remigio: Lo llevó consigo a la Ciudad Santa. De esto, arguye, que el diablo acecha a los fieles de Cristo también en los lugares santos, y con sus dardos candentes golpea y acongoja su delicada conciencia.

 S. Ambrosio: Si eres Hijo de Dios, échate de aquí abajo. He aquí la flecha  de la jactancia que contamina y rebaja al hombre, el cual, mientras busca la gloria de la virtud y de ella se jacta, se precipita de su sede y de la altura de los méritos conquistados.

No tentarás al Señor tu Dios. A fin de que no parezca que las cosas predichas se cumplan al arbitrio del diablo, y no por la autoridad soberana del Redentor, al oráculo opone Jesús  el oráculo y despunta el dardo al enemigo.

 S. Juan Crisóstomo: Mira como Cristo no se turba, ni se exaspera, sino que con mansedumbre discute con el inicuo, alegando palabras divinas, a fin de que tú también, según tu poder, te uniformes a su ejemplo. Son bien conocidas de Satanás, las  armas con las cuales Jesús le derroto: le venció con la mansedumbre; le conquisto con la humildad.  

 

No te expongas a los peligros con la presunción de ser librado por Dios.

 

El amor de Dios no es algo que quede a elección, es un mandamiento. Este amor, que responde al amor de Dios hacia su pueblo, incluye el temor de Dios, la obligación de servirle y la observancia de sus preceptos. Este mandamiento de amor cuyo equivalente es darse. Me  lleva a volver a Dios  con todo el corazón, con toda el alma y con todas mis fuerzas a cumplir la ley de Dios.   

 

Tentar es ante todo  probar, someter a prueba, discernir la realidad  detrás de las tentaciones.  Pero esta prueba viene a menudo provocada por circunstancias externas, o también por el diablo,  el tentador o por la concupiscencia. Tentar tiene un sentido de seducción o una inducción al mal, en la que sin embargo puede triunfar el fiel con la ayuda de Dios. Jesús  mismo quiso ser tentado para mostrar así su sumisión a la voluntad del Padre.

El hombre que tienta a Dios tiene una  actitud blasfema.

 

Las tentaciones siempre estarán asechando el alma, según las debilidades de cada quien; algunas serán tan sutiles que sin darnos cuenta ya habremos pecado; otras son más evidentes y  tan atractivas  que con facilidad caeremos en el pecado; pues la diferencia entre el bien y el mal es a veces tan insignificante que pudiéramos pensar que hacemos el bien cuando en realidad estamos haciendo mal, de tal forma que podemos estar viviendo en el error.  La Sagrada Escritura nos invita a estar alertas ante cualquier insinuación al mal; por eso es tan recomendable tener una vida espiritual,  impregnada de oración y  Fortalecida por la Eucaristía, además de buscar con mayor frecuencia la reconciliación.  A ejemplo de Jesús esforcémonos para lograr el dominio de sí mismo, la mansedumbre y la humildad que siempre le caracterizo. Invoquemos la presencia de Dios en nuestra vida, pues,  lo más seguro es que nunca venceremos  las tentaciones sin la ayuda de Dios.

 

“Velad y orad, para que no caigáis en tentación, que el espíritu esta pronto, pero la carne es débil”  Mt 26,41

 

 

Oremos a nuestro Padre para que seamos valientes para vencer las tentaciones.

 

Oremos por el éxito de la visita Papal, para que todo se realice en paz y unidad. Así como por todos los  organizadores.

 

¡Unidos en la Eucaristía!

 

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