San Pedro y San Pablo, Pilares de nuestra Iglesia.  Hora Santa

San Pedro y San Pablo, Pilares de nuestra Iglesia. Hora Santa

San Pedro y San Pablo, Pilares de nuestra Iglesia.  Hora Santa

 Parroquia de San Pío X

Se reza la Estación del santísimo Sacramento…

Señor, en este día en el que recordamos a los dos pilares de nuestra Iglesia, te presentamos a todos nuestros Obispos y Sacerdotes  de todo el mundo y de manera especial a nuestro Santo para Benedicto XVI y por nuestro Sr. Arzobispo J. Guadalupe Martin Rabago y Sr. Obispo Juan Frausto Pallares para que los asistas siempre y la luz del Espíritu Santo los ilumine en todas las decisiones que tomen en bien de nuestra Santa Iglesia.

 

Lectura del Santo Evangelio según san Mateo 16, 13-19

En aquel tiempo, cuando llego Jesús a la región de Cesárea de Filipo, hizo esta pregunta a sus discípulos: ¿Quién dice la gente que es el hijo del hombre?” Ellos le respondieron: “Unos dicen que eres Juan el Bautista; otros, que Elías, otros, que Jeremías o alguno de los profetas”

Luego les pregunto: “Y ustedes, ¿Quién dicen que soy Yo?” Simón Pedro tomó la palabra y le dijo: “Tu eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”

Jesús le dijo entonces: ¡Dichoso tu, Simón, hijo de Juan, porque esto no te lo ha revelado ningún hombre, sino mi Padre, que está en los cielos! Y yo te digo a ti tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia. Los poderes del infierno no prevalecerán sobre ella. Yo te daré las llaves del Reino de los cielos; todo lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo y todo lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo”

 

Palabra del Señor

 

Releemos en silencio y en voz alta compartimos la frase que más nos gusta.

 

 

 

Canto.

//A edificar la Iglesia// A edificar la Iglesia del Señor

Hermano ven ayúdame, hermana ven ayúdame a edificar la Iglesia del Señor

Yo soy la Iglesia, tu eres la Iglesia.  Los hombres… las mujeres…

 

 

 

La confesión Mesiánica de Pedro.

Jesús, maestro de salvación. Anselmo Grûn.

Pedro es al mismo tiempo la imagen primordial del cristiano. Todo cristiano es como Pedro, creyente y a la vez dubitativo, discípulo de Jesús, pero también su tentador, el que le confiesa y el que le traiciona, fuerte y débil, el que lo ama, pero también el cobarde. Sin embargo, lo decisivo es el vínculo con Cristo. Si el discípulo, como Pedro, se dirige una y otra vez hacia Cristo para confesar que Él es el Mesías, entonces es un verdadero discípulo en el sentido de Jesús y del Evangelio de mateo.

Jesús pregunta a sus discípulos quién piensa la gente que es Él. La respuesta de los discípulos no nos remite solo a aquellos tiempos, sino que pone de manifiesto que tampoco nosotros, hoy día, vemos a Jesús tal y como es realmente. Nosotros damos a menudo una respuesta que subyace a nuestra propia confesión cristiana y Mateo quiere invitarnos a analizar esto. Tomamos a Jesús por Juan el Bautista, el gran asceta. Es cierto que la ascesis forma parte de la fe cristiana, pero si la ascesis está en el primer plano podemos parecernos a los que veían a Jesús como un comilón y un borracho. Si se ve mejor la renuncia que el disfrute de las cosas, si la ascesis se convierte en una actitud reverencial de la vida y conduce a una latente agresividad hacia los demás, entonces se oscurece la visión de Jesús.

Elías fue un gran profeta y al mismo  tiempo, lucho de forma muy rigurosa  por la pureza de la fe, para lo cual mato a los sacerdotes de Baal. Jesús es también un gran profeta, pero se diferencia de Elías en que no rechaza el modo de pensar de los demás, sino que quiere ganarlos. No predica en contra de ellos, sino que les invita a entrar en el Reino de los Cielos. El da la oportunidad a cada uno de convertirse y dejarse invitar por el amor de Dios al banquete de la fiesta. Por desgracia, a lo largo de la historia de la Iglesia se han visto separadamente los aspectos agresivos y los aspectos sabios de Elías y los cristianos han caído en terribles luchas contra otros creyentes. Pero Jesús no es Elías.

Jeremías es el justo doliente. También Jesús tendrá que andar por el camino del sufrimiento. Pero Jeremías nos recuerda el peligro de que el sufrimiento llegue a dominar y desarrolle una experiencia masoquista de la vida. Pero Jesús no ha venido para que tengamos que sufrir, sino para que seamos bienaventurados y dichosos. De este modo podremos andar el camino de la vida sin ningún miedo.

A la primera pregunta de Jesús respondieron todos los discípulos. Pero a esta pregunta: “¿Quién creéis vosotros que soy yo?” sólo respondió Pedro: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”. El Mesías es el que libera a su pueblo de la esclavitud. Jesús es esencialmente el que nos conduce a la libertad. Para el evangelio de Mateo es ante todo el Hijo de Dios, el hijo obediente y amado cuya filiación prevalece frente a todas las tentaciones de Satanás. Jesús es el Hijo de Dios vivo”. A diferencia de los ídolos muertos y que genera la vida que actúa en la historia y hace que las cosas se pongan en movimiento gracias a esta actuación. Para mí, esas palabras expresan que Dios es el Dios de la vida y que sólo nos encontramos con Él allí donde nosotros experimentamos nuestra propia vida. Jesús viene para que nosotros encontramos la vida. Quien hace una confesión de fe correcta pero no experimenta lo que confiesa, no ha entendido a Dios. Ver a Jesús correctamente y a través de El conocer a Dios significa llegar a ser libre, llegar a ser hijo y estar verdaderamente vivo.

 

Releemos en silencio y oramos espontáneamente de acuerdo a lo que leímos.

 

 

 

Canto.

Cuando miro a tu santidad, cuando siento tu gran amor,

Cuando lo que me rodea se aclara con tu luz.

Encuentro gozo en mi corazón y tu reinas en mi voluntad

Cuando lo que me rodea se aclara con tu luz

//Te adoraré, te adoraré, yo vivo por ti y te adoraré//

 

 

 

Oremos a María santísima.

Madre de la Iglesia, te ponemos en tus manos a todos nuestros Obispos y  Sacerdotes de todo el mundo y muy en especial por el Santo Papa Benedicto XVI y a nuestro  Sr. Arzobispo J. Guadalupe Martin Rabago y Sr. Obispo Juan Frausto Pallares, para que  tu corazón los sostengas siempre.

 

 

 

1er. Misterio. Según el Papa León Magno dice: la Iglesia esta levantada sobre roca si Pedro permanece vivo, si la Iglesia lo reconoce en el Papa como representante de toda la Iglesia. Orígenes lo interpreta así: Jesús le dice Pedro bienaventurado debido a su fe y a su discernimiento. Ve en la confesión de Pedro una revelación de Dios; Dios mismo le ha dado a Pedro ese discernimiento.

Oremos por el Papa Benedicto XVI y sus necesidades espirituales.

 

2do. Misterio. Los cristianos deben medirse con esa fe. Pero no existe una fe que sólo se confiese por medio de palabras, sino por medio de la vida, una vida que esta impregnada de la libertad de los hijos e hijas de Dios, de la experiencia de su naturaleza divina y de la vitalidad que viene del Dios de Jesucristo.

Pidamos para que con su servicio los Obispos y sacerdotes den testimonio.

 

3er. Misterio. El verdadero servicio que debe hacer Pedro y que Mateo tiene ante los ojos, consiste en dar a la autentica enseñanza de Jesús su valor y en las situaciones concretas de la vida diaria, interpretar de tal manera la ley de Dios que haga  posible alcanzar el Reino de los Cielos.

Oremos para que con ardor busquen siempre el Reino de los Cielos.

 

4to. Misterio. Hay dos imágenes. Una la del poder sobre las llaves: quien tiene las llaves puede abrir la puerta de la vida. La otra imagen tiene que ver con el atar y desatar, que entre los rabinos tenía que ver con lo permitido y lo prohibido. Pero esto también se puede relacionar con el modo correcto de actuar.

Pidamos a María que los ayude para que sepan actuar conforme a la voluntad de Dios.

 

5to. Misterio. La fe que Pedro anuncia y de la que sus seguidores deben ser escrupulosos mediadores me ata a Cristo. En esta vinculación con Cristo me libero de las ataduras que me mantienen encadenado. La verdadera fe me libera de las imágenes enfermizas que me hago de Dios. El estar ligado a Cristo  me libera de las cadenas de la esclavitud y del miedo.

Oremos a María para que obispos y sacerdotes se vean liberados en su interior.

 

 

 

 

Recemos la Corona de la Misericordia.                                        De rodillas o de pie.

Ofrezcámosla por nuestros queridos Obispos y Sacerdotes y en especial por el Sr. Arzobispo J. Guadalupe Martin Rabago y Sr. Obispo Juan Frausto Pallares, por todas sus necesidades personales.

 

Padre nuestro…Ave María… Credo…

En  las cuentas grandes antes de cada decena.

Padre eterno, te ofrezco el Cuerpo y la Sangre, el Alma y la Divinidad de tu amantísimo Hijo, nuestro Señor Jesucristo, como propiciación por nuestros pecados y los del mundo entero.

En las 10 cuentas pequeñas de cada decena.

Por su dolorosa Pasión, ten misericordia de nosotros y del mundo entero.

Jaculatoria para rezarse al final de cada misterio.

Oh Sangre y Agua que brotasteis del Sagrado Corazón de Jesús como una fuente de Misericordia para nosotros, Confiamos en Ti

Doxología final después de las cinco decenas.

Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros y del mundo entero (3

 Veces) 

 

Permanezcamos en silencio unos momentos.

 

 

Oremos en silencio por las necesidades de todos los presentes

Consagremos a todos nuestros familiares, perseguidores y enfermos al Corazón Inmaculado de maría para que ella los bendiga.

 

 

 

 

Los momentos que nos quedan reparemos el corazón de Jesús que sufre por todos los sacrilegios cometidos en las diversas Iglesias del mundo entero y por todos los que cometen comuniones y confesiones sacrílegas, oremos para que el Espíritu Santo, de la luz y conversión a todos ellos y a todos nos permita realizar buenas confesiones.

 

 

 

 

Repetimos esta jaculatoria, para reparar su Corazón:

Cuerpo y sangre de Jesús, os quiero os amo y os adoro. Os pido perdón y misericordia por todos los sacrilegios cometidos.

 

 

 

 

Oremos todos Unidos.

 

Gózate, Pedro, que se te concedió gustar el leño de la cruz de Cristo.

Dichosos los clavos que atraviesan miembros tan santos. Tú con toda confianza

Encomendaste tu alma a las manos del Señor, tú que le serviste asiduamente a él y a

La Iglesia su esposa, tú que, fidelísimo entre todos los apóstoles,

Amaste al Señor con todo el ardor de tu espíritu.

Gózate también tu, Oh bienaventurado Pablo, cuya cabeza segó la espada

Y cuyas virtudes no se pueden explicar con palabras.

¿Qué espada pudo atravesar tu santa garganta, ese instrumento del Señor,

Admirado del cielo y de la tierra?

Esa espada sea para mí como una corona y los clavos de Pedro

Como joyas engastadas en una diadema.

 

 

San Juan Crisóstomo.

 

 

 

 

Canto.

//Yo quiero ser como tú// yo quiero ser un vaso de tu amor

Yo quiero ser como tú.

 

 

 

¡Unidos en la Eucaristía!

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