TEMA 5: RESPETO: Un tripié fuerte y frágil. Por el respeto y la pluralidad construimos la cultura de la vida:CEM

TEMA 5: RESPETO: Un tripié fuerte y frágil. Por el respeto y la pluralidad construimos la cultura de la vida:CEM

TEMA 5: RESPETO
Un tripié fuerte y frágil. Por el respeto y la pluralidad
construimos la cultura de la vida
.

OBJETIVO:Celebrar el Bicentenario de nuestra Independencia y
Centenario de la Revolución, impulsando el valor del respeto mutuo
para lograr cada vez, una mejor convivencia sana que fortalezca la
cultura de la vida en un México plural.

NUESTRA EXPERIENCIA
El respeto, la tolerancia y la fe son tres elementos que se entretejen armónicamente y que junto con
muchos otros aspectos forman parte de una única realidad: la Vida en su totalidad.
Una característica del ser humano es su sociabilidad, por naturaleza convivimos con otros. El respeto
a los demás es la primera condición para establecer las bases de una convivencia pacífica auténtica. Y
sobre todo actualmente, donde en muchos sentidos la pluralidad es parte de la sociedad postmoderna.
Sin duda alguna, la palabra respeto es una de las más presentes en la sociedad. Desde muy
pequeños se nos dice que hay que respetar las cosas, los horarios, las normas, el entorno, a uno
mismo y sobre todo, que hay que respetar a los demás. A veces damos por hecho que todo el mundo
entiende lo que significa respetar, considerando el comportamiento de muchos chicos y chicas y
también el de muchos adultos, no sería una pérdida de tiempo reflexionar sobre qué actitudes y
comportamientos son los más adecuados para construir una convivencia basada en el respeto.

El punto de partida es la dignidad de la persona

El respeto comienza con la consideración del otro como alguien valioso en sí mismo y con los mismos
derechos. Reconocer en los demás su dignidad como personas y no dejar espacio a las
manifestaciones discriminatorias, supone el inicio de un largo camino cuya meta es la construcción de
una sociedad más justa, de un México donde viéndonos como hermanos avancemos en la
reconciliación.
Es conveniente señalar que en ocasiones se confunde el respeto con otras actitudes que poco o nada
tienen que ver con él:

EL RESPETO NO ES….

* Indiferencia, la indiferencia implica ausencia de sentimientos; no valora a la otra persona como igual,
muchas veces ni siquiera valora al otro.
* Omisión, el respeto es activo, intenta construir desde la acogida, la aceptación y el diálogo, pero a
veces nos escudamos en el yo no puedo hacer nada.
* Intimidación, porque con frecuencia se oculta el sentimiento de miedo con el de respeto, pero con la
intimidación difícilmente se construye la paz.
Cualquier sociedad y grupo precisan de un conjunto de reglas. Sin embargo, una convivencia pacífica
no se consigue sólo con el cumplimiento de dichas normas o leyes. El respeto requiere, para que sea
auténtico, de unas condiciones que lo caracterizan e identifican:
* Ha de ser sincero, pues en su vivencia no cabe la hipocresía.
* Debe surgir libremente, un respeto impuesto acaba por rebelarse.
* Nace espontáneamente, sin la necesidad de grandes reflexiones teóricas.
* Busca el diálogo, pues la cerrazón y la sinrazón sólo conducen al conflicto.
Dinámica: La comunidad de vecinos
Para realizar esta dinámica es necesario hacer 10 grupos. A cada grupo se le entrega una ficha en la
que figure el siguiente imaginario:
Terminada la construcción de un bloque de diez viviendas, los nuevos propietarios acuerdan tener una
primera reunión de toda la comunidad de vecinos, con el único fin de conocerse y establecer entre
todos unas normas basadas en el respeto, que favorezcan una convivencia pacífica y cordial para el
buen funcionamiento de la comunidad.
1.- Propietarios
Una pareja sin niños.
Una señora mayor con dos perros.
Una joven rockera.
Un ciego y su hija.
Una familia con tres niños pequeños.
Un pianista.
Una familia gitana.
Cuatro estudiantes universitarios.
Un abuelo bastante sordo.
Andrés, un vigilante nocturno.
Después se explica que cada grupo va a ocupar un
piso (el reparto de las viviendas es mejor hacerlo al
azar) y que deben intentar hacerse pasar por su
propietario en la reunión de la comunidad de vecinos,
por lo que cada grupo-propietario deberá acudir con una lista de al menos diez cosas que está
dispuesto a hacer, para favorecer una buena convivencia en la vecindad basada en el respeto. Es
importante recordar a cada grupo, antes de elaborar la lista, que deben imaginar cómo se comportaría,
que pensaría, qué costumbres tendría, qué actitud tomaría, etc., el propietario que les ha tocado.
Una vez terminado el trabajo en grupo (máximo 20 minutos), se elige un portavoz de cada uno y se
procede a realizar la reunión de la comunidad de vecinos, poniendo en común las listas elaboradas.
Una vez realizada la reunión de la comunidad de vecinos elaboran una lista única entre todos los
propietarios en la que aparezcan las normas de respeto para toda la comunidad.

Después de la puesta en común, comentar si ellos/as tienen vecinos parecidos a alguno de los
modelos propuestos, para ver las actitudes y el trato muto entre esos vecinos y el resto de la
comunidad.
Hay actitudes que facilitan y otras que dificultan el desarrollo del respeto y la tolerancia, debemos
confiar en nuestra tarea educadora, con la seguridad de que tantos esfuerzos y recursos no caerán en
saco roto.

NUESTRA VIVENCIA DE LA FE

“Yo he venido para que tengan vida y vida en abundancia” (Jn 10,10)
Si queremos hablar sobre la fe, es preciso tener en cuenta el ambiente en el que nos movemos.
Ambientes en los que se pueden observar los fenómenos más contradictorios, como hace un momento
reflexionamos. ¿Se puede hablar de la fe sin tener en cuenta la realidad?
Así se comprende la importancia de la conversión personal entendida como un cambio profundo de
mentalidad para una más adecuada relación con la realidad. La unidad entre cultura y fe no es sólo
una exigencia de la cultura, sino también de la fe. Una fe que no se hace cultura es una fe no
plenamente acogida, o totalmente pensada, no fielmente vivida.

La Nación mexicana, está siendo estremecida por diversos males que lastiman tanto el corazón de las
personas, como la paz y el desarrollo de nuestras comunidades. Tenemos la responsabilidad de
promover el respeto de todos y todas las personas. En ese compromiso, nuestros obispos mexicanos
en su Carta Pastoral: Conmemorar nuestra Historia desde la Fe,sienten que “una de las grandes
tareas pendientes en nuestra historia es la reconciliación entre todos los que formamos esta gran
nación. Reconciliación con nuestro pasado, aceptando nuestras raíces indígenas y europeas,
especialmente españolas. Reconciliación con cada una de nuestras etapas valiosas e importantes en
la conformación de nuestra cultura” (129). Reconciliación con nuestros hermanos indígenas a quienes
no hemos tratado muchas veces, como semejantes e integrantes originarios de ésta nuestra patria.
Porque como se decía al inicio de la catequesis, el punto de partida es la dignidad de la persona.
Esto requiere, desde nuestra identidad católica, profesar, con humildad y valentía, la propia fe en
Jesucristo, «Palabra de vida» (1 Jn 1, 1). Jesús es el Hijo que desde la eternidad recibe la vida del
Padre (cf. Jn 5, 26) y que ha venido a los hombres para hacerles partícipes de este don: «Yo he venido
para que tengan vida y la tengan en abundancia» (Jn 10, 10).

¿Por qué la vida es un bien? La pregunta recorre toda la Biblia, y ya desde sus primeras páginas
encuentra una respuesta eficaz y admirable. La vida que Dios da al hombre es original y diversa de la
de las demás criaturas vivientes, ya que el hombre, aunque proveniente del polvo de la tierra (cf. Gen
2, 7; 3, 19; Jb 34, 15; Sal 103 102, 14; 104 103, 29), es manifestación de Dios en el mundo, signo de
su presencia, resplandor de su gloria (cf.Gen1, 26-27; Sal 8, 6).
Cristo es el fundamento y factor de renovación cultural más importante, desde Él nuestras instituciones
pueden llegar a transformarse en lo profundo y no quedarse en reformas o ajustes puramente
accidentales o efímeros.

Cristo que venció al pecado y a la muerte, nos permite descubrir que la paz, la justicia, el respeto, la
concordia y el desarrollo verdadero es posible no sólo como ideales abstractos sino como realidades
concretas que dignifican la vida.
“Una sociedad justa puede ser realizada solamente en el respeto de la dignidad trascendente de la
persona humana. Esta representa el fin último de la sociedad, que está a ella ordenada. El orden
social, pues, y su progresivo desarrollo deben en todo momento subordinarse al bien de la persona, ya
que el orden real debe someterse al orden personal, y no al contrario” (Compendio de la Doctrina
Social de la Iglesia 132).

NUESTRO COMPROMISO

Es esencial que toda persona reconozca la evidencia original de su condición de criatura, que recibe
de Dios el ser y la vida como don y tarea. Sólo admitiendo esta dependencia innata en su ser, la
persona puede desarrollar plenamente su libertad y su vida y, al mismo tiempo, respetar en
profundidad la vida y libertad de las demás personas. Aquí se manifiesta ante todo que «el punto
central de toda cultura lo ocupa la actitud que la persona asume ante el misterio más grande: el
misterio de Dios». Cuando se niega a Dios y se vive como si no existiera, o no se toman en cuenta sus
mandamientos, se acaba fácilmente por negar o comprometer también la dignidad de la persona
humana y el carácter inviolable de su vida.

ACTUAMOS

Ante esto debemos preguntarnos, con gran lucidez y valentía:
¿Cómo cultivar desde nuestra familia el respeto de unos para con otros?
¿Cómo reconocer a nuestros hermanos indígenas y saber respetarlos en su dignidad, favoreciendo las
condiciones necesarias para su plena integración como miembros de esta gran nación?
¿Cómo vivir cada día, el respeto y el reconocimiento a los ancianitos y a otras personas que no
piensan como nosotros?
¿Qué pasos hemos de dar para ser promotores de un diálogo serio y profundo con todos, incluidos los
no creyentes, sobre los problemas fundamentales de la vida humana?
¿Cómo formarnos en un auténtico respeto al valor y dignidad de toda persona humana?

CELEBRAMOS

Es cierto que el mal está presente en el mundo, pero nunca tendrá la fuerza suficiente para vencer el
bien; por eso expresamos con gratitud haciéndonos eco, de la oración por la paz de San Francisco de
Asís, asumiendo este mensaje capaz de transformar nuestra conciencia y por tanto nuestro alrededor.
¿Amamos nuestra patria? ¿Queremos lo mejor para ella? De cada uno y cada una depende, por eso
digamos con mucha fe:
SEÑOR, HAZ DE MÍ UN INSTRUMENTO DE TU PAZ.
Donde haya odio, que yo lleve tu amor;
donde haya ofensa, que yo lleve el perdón;
donde haya discordia, que yo lleve la unión;
donde haya duda, que yo lleve la fe;
donde haya error, que yo lleve la verdad;
donde haya desesperación, que yo lleve la esperanza;
donde haya tristeza, que yo lleve la alegría;
donde haya tinieblas, que yo lleve la luz.
Oh, Maestro,
haz que yo procure más consolar,
que ser consolado;
comprender, que ser comprendido;
amar, que ser amado,
pues es dando como se recibe,
es perdonando como se es perdonado,
y es muriendo como se vive para la vida eterna.

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