La debilidad de Dios ante la oración de su pueblo. Papa Francisco  Hora Santa  Parroquia de San Pío X

La debilidad de Dios ante la oración de su pueblo. Papa Francisco Hora Santa Parroquia de San Pío X

La debilidad de Dios ante la oración de su pueblo. Papa Francisco

Hora Santa

Parroquia de San Pío X

 viva

 

Se reza la Estación del Santísimo Sacramento…

Como todo padre necesita tener  dialogo con sus hijos, para conocer de sus inquietudes, metas, así también nuestro Padre celestial aunque sabe muy bien de todas nuestras necesidades  necesita escuchar nuestro clamor, nuestras suplicas, agradecimiento…por eso Padre hoy ponemos en tus santísimas manos todas nuestras debilidades, dificultades, trabajos, carencias, familia… para que tu llenes nuestro corazón de ti y de tu amor para  poder  tomar fuerzas, amarte y expresarte lo mucho que te necesitamos y deseamos que seas tú nuestro Amparo.

 

Lectura del santo Evangelio según san Lucas 18,1-8

 

Les propuso una parábola para inculcarles que era preciso orar siempre sin desfallecer: “Había en una ciudad un juez que ni temía a Dios ni respetaba a los hombres. Había en aquella misma ciudad una viuda que, acudiendo a él, le dijo: ¡Hazme justicia contra mi adversario! Durante mucho tiempo no quiso, pero después se dijo a sí mismo: ‘Aunque no temo a Dios ni respeto a los hombres, como esta viuda me causa molestias, le voy hacer justicia para que deje de importunarme.”

 

Dijo, pues, el Señor: “Oíd lo que dice el juez injusto; pues, ¿no hará Dios justicia a sus  elegidos, que están clamando a él día y noche? ¿Les hará esperar? Os digo que les hará justicia pronto. Pero, cuando el Hijo del hombre venga, ¿encontrará la fe sobre la tierra?

 

Palabra del Señor.

Releemos en silencio y compartimos la frase que más nos llegue al corazón.

 

Canto

En Jesús puse toda mi esperanza él se inclino hacia mí

Y escucho mi clamor, y escucho mi clamor…

 

 

La debilidad de Dios ante la oración de su pueblo.   Papa Francisco

 

Dios es débil sólo ante la oración de su pueblo. Por lo tanto, la oración es la verdadera fuerza del hombre: nunca debemos cansarnos de llamar a la puerta del corazón de Dios, de pedir ayuda, porque cuando a Dios se le llama para defender a su pueblo es implacable.

La protección que el Señor ofrece a sus hijos cuando ellos se dirigen a Él: «Dios hace, hará justicia a sus elegidos que gritan a Él día y noche. Así lo hizo: cuando llama a Moisés y le dice he oído el llanto y el lamento de mi pueblo. El Señor escucha»

Hemos escuchado lo que hizo el Señor: la palabra omnipotente del cielo viene como un guerrero implacable. Cuando el Señor defiende a su pueblo es así: es un guerrero implacable y salva a su pueblo. Salva, renueva todo: toda la creación fue modelada de nuevo, en su misma naturaleza como antes». En el Libro de la Sabiduría (18, 14-16; 19, 6-9), «el Mar Rojo convertido en un camino practicable y el oleaje impetuoso en una verde llanura, por donde pasaron en masa los protegidos de tu mano, contemplando prodigios admirables».  Así «es el poder del Señor  cuando quiere salvar a su pueblo: fuerte. Él es el Señor. Porque escuchó la oración de su pueblo; porque escuchó en su corazón que sus elegidos sufrían».

Pero si ésta es la fuerza de Dios, «¿cuál es la fuerza del hombre?»,  Es la misma que testimonió la viuda de la que habla el Evangelio,  quien llama continuamente a la puerta del juez. «Llamar,  pedir, lamentarse por tantos problemas, tantos dolores, y pedir al Señor la liberación de estos dolores, de estos pecados, de estos problemas». Ésta es la fuerza del hombre, la oración, «también la oración del hombre humilde»,  porque si en Dios hubiese una debilidad,  ésta se manifiesta precisamente respecto a la oración de su Pueblo, «es la debilidad de Dios. El Señor es débil sólo en esto».

 «Ese poder de Dios, tan claro y tan fuerte»,  porque «el culmen de la fuerza de Dios, de la salvación de Dios, ha sido precisamente en la Encarnación del Verbo».

Hoy  vuestro trabajo es precisamente llamar al corazón de Dios», rezar. «Rezar al Señor por el pueblo de Dios.

«El Señor  escucha la oración de su pueblo. Vosotros sois representantes privilegiados del pueblo de Dios en este papel de rezar al Señor por tantas necesidades de la Iglesia, de la humanidad, de todos».  «Os doy las gracias por este trabajo. Recordemos siempre que Dios tiene una fuerza —cuando Él quiere— que cambia todo, “todo fue modelado de nuevo, Él es capaz de modelar todo de nuevo; pero tiene también una debilidad, nuestra oración, vuestra oración universal, cerca del Papa en San Pedro. Gracias por este servicio vuestro y seguid adelante así por el bien de la Iglesia».

 

Releemos en silencio y  oramos espontáneamente de acuerdo a lo que leímos.

 

 

Oremos a María santísima

Mamita María tu que supiste muy bien guiar a tu Hijo Jesucristo por el camino de la Oración ayúdanos también a nosotros a ser hombres y mujeres orantes   capaces de abandonarnos en los brazos de nuestro Padre celestial a sabiendas que seremos consolados y escuchados en todos nuestros clamores. Mamita maría enséñanos a orar con un corazón sincero y libres de ataduras que nos impidan amar.

 

1er. Misterio.  Dios  escucha toda oración sincera; tiene compasión por todas sus criaturas  Santiago, citando un ejemplo histórico, afirma: «La oración eficaz del justo puede mucho» (St 5,16) Y Cristo declara a Sus discípulos: «Todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré» (Jn. 4:13).

Oremos para que seamos hombres y mujeres de oración.

 

2do. Misterio. Convencido de que sólo Dios sabe cuáles podrán ser las consecuencias últimas, buenas o malas, de una respuesta a la oración, el creyente acepta ya de entrada la respuesta afirmativa o negativa del Señor. El apóstol Juan, dirigiéndose a los cristianos, formula así la doctrina de la oración: «Esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye» (1 Jn. 5:14)

Oremos para que aceptemos  la Voluntad de Dios a todas nuestras peticiones.

  

3er. Misterio. La oración debe ser pronunciada en el nombre de Cristo, sin el que ningún pecador puede tener acceso ante el Señor. El creyente debe tener presente que se está allegando a un Dios tres veces santo, y que se debe basar no en méritos propios, que no tiene valor alguno, sino en los méritos de Cristo: Él es quien nos ha purificado de nuestros pecados con Su sangre y ha hecho de nosotros reyes y sacerdotes.

Oremos para que reconozcamos  todo bien obtenido como venido de Cristo nuestro Señor.

 

4to. Misterio. La oración se dirige asimismo al Cristo resucitado, como lo hacían los primeros cristianos (1 Co. 1:2). Esteban, sufriendo el martirio, ora a Cristo; Pablo le suplica a Él y le da las gracias. Los rescatados proclaman Su gloria y soberanía (Hch. 7:59, 60; 2 Co. 12:8, 9; 1 Ts. 3:11; 1 Ti. 1:12; Ap. 1:5, 6).

Oremos para que sea Cristo el motivo y centro  de nuestra oración.  

 

5to. Misterio. La oración es ofrecida a Dios por el Espíritu (Ef. 6:17). Sólo Él sabe lo que nos es preciso pedir, para permanecer dentro de la línea de la voluntad divina. La oración que Él forme en nosotros será ciertamente otorgada, siempre y cuando nada en nuestros pensamientos y conducta venga a obstaculizar nuestras oraciones (1 Ti. 2:8; 1 P. 3:7).

Oremos para que nuestro corazón busque estar en estado de gracia para así poder entender cuál es la Voluntad de Dios ante mis necesidades.

 

  

Recemos la Coronilla de la Misericordia       De rodillas o de  pie

Ofrezcámosla para que busquemos en toda nuestra vida hacer la Voluntad de Dios.

Padre nuestro…Ave María… Credo…

En  las cuentas grandes antes de cada decena.

Padre eterno, te ofrezco el Cuerpo y la Sangre, el Alma y la Divinidad de tu amantísimo Hijo, nuestro Señor Jesucristo, como propiciación por nuestros pecados y los del mundo entero.

En las 10 cuentas pequeñas de cada decena.

Por su dolorosa Pasión, ten misericordia de nosotros y del mundo entero.

Jaculatoria para rezarse al final de cada misterio.

Oh Sangre y Agua que brotasteis del Sagrado Corazón de Jesús como una fuente de Misericordia para nosotros, Confiamos en Ti

Doxología final después de las cinco decenas.

Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros y del mundo entero

 (3 Veces) 

 

Oremos en Silencio

Por las necesidades en todo el mundo en especial por la paz en Siria, Venezuela, Ucrania y  México.

 

Los momentos que nos quedan reparemos el Corazón de Jesús que sufre por todos los sacrilegios cometidos en las diversas Iglesias del mundo y por todos los que cometen comuniones y confesiones sacrílegas, oremos para que el Espíritu Santo, les dé luz y conversión  y a todos nos permita realizar buenas y sinceras confesiones.

Repetimos varias veces esta jaculatoria, para reparar su Corazón:

Cuerpo y Sangre de Jesús, os quiero, os amo y os adoro.

 

Os pido perdón y misericordia por todos los sacrilegios cometidos.

 

 

Escuchemos lo que nos dice el Señor:

 

Los cristianos son llamados a una vida de dependencia de Dios en oración, mientras se enfrentan en este mundo contra el Enemigo y sus  ardides en una tremenda lucha espiritual. El apóstol Pablo exhorta así: «Orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos…» (Ef. 6:18).

 

  

¡¡¡Unidos en la Eucaristía!!!

Acerca del autor

Temas relacionados

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.