Consagración al Inmaculado Corazón de María de los 33 Día 18. Sólo os queda orar y reparar.

Consagración al Inmaculado Corazón de María de los 33 Día 18. Sólo os queda orar y reparar.

Consagración al Inmaculado Corazón de María de los 33
Día 18. Sólo os queda orar y reparar.

 

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Pasos para cada día:
1. Rezo del santo Rosario, meditado y con letanías de la Virgen
2. Meditación del día y una virtud.
3. Coronilla de protección.
4. Letanías al Inmaculado Corazón de María.
5. Oración final
6. Consagración (para el día de la festividad o al terminar los 33 días.

 

 

 

1er. Rezo del Santo Rosario
Gozosos: lunes y Sábados
Dolorosos: martes y miércoles.
Luminosos: jueves
Gloriosos miércoles y domingos.

 

Jaculatorias para rezar en cada decena del Santo Rosario:
Oh Jesús mío, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno y llevad al cielo todas las almas, especialmente las más necesitadas de vuestra misericordia.

 

Dios mío yo creo, adoro, espero y os amo, os pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no os aman.

 

Santísima Trinidad: Padre, Hijo y espíritu Santo, os adoro profundamente, os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo presente en todos los Tabernáculo del mundo, en reparación de los ultrajes, de los sacrilegios y de las indiferencias con los cuales es ofendido.
Por los méritos infinitos del Sagrado Corazón de Jesús y del Corazón Inmaculado de María os pido por la conversión de los pobres pecadores.

 

 

Día 18. Sólo os queda orar y reparar

Hijos míos: os he recordado por última vez algunos de los mensajes que he dado en varias partes del mundo, como en la Salette, Akita, Garanbandal, Fátima y a mi hijo predilecto Stefano Gobbi entre otros; pero mis palabras no han sido del todo escuchadas, sólo los corazones sencillos las acogen, las guardan con recelo como perlas finas, como tesoros del cielo.

 

Cuanto deseo que la humanidad abriera sus ojos a la realidad de los acontecimientos. Acontecimientos que demuestran que: estáis en el final de los tiempos, el libro del Apocalipsis va en la mitad del camino.

 

Cuanto deseo: que la humanidad entera estuviera atenta y preparada al retorno glorioso de Cristo, que despierte de su somnolencia espiritual e inicie de inmediato un proceso de conversión perfecta y transformadora.

 

Cuanto deseo que la humanidad entera atendiera a la voz de los a profetas, profetas que en este final de los tiempos están allanando caminos como San Juan Bautista, porque la segunda venida del Mesías está muy próxima.

 

Cuanto deseo que la humanidad entera comprendiera que la Iglesia pronto llegará al viernes santo, viernes santo que la purificará, la probará hasta que brille en su máximo esplendor.

 

Cuanto deseo que la humanidad entera se consagrara a mi inmaculado Corazón y formase parte del Ejército Victorioso. Ejército que verá el triunfo de los Sagrados Corazones Unidos y Traspasados.

 

Cuanto deseo que la humanidad entera se uniera al Apostolado de Reparación. Apostolado que menguará las fuerzas del adversario. Apostolado que adelantará el triunfo de los Sacratísimos Corazones. Apostolado que abrirá las puertas de la Nueva Jerusalén. Apostolado que extinguirá las densas capas de oscuridad que cubren la tierra.

 

Cuanto deseo que la humanidad hiciese muchísimos actos de reparación; actos que merman la justa cólera de Dios. Actos que abrevian, aún más, el tiempo porque los hombres corren alto riesgo de perderse.

 

Cuanto deseo que la humanidad entera sienta la necesidad de visitar el Santísimo Sacramento, porción del Cielo en la que habita Jesús. Porción del Cielo poco frecuentado y visitado. Porción del Cielo muchas veces profanada.

 

Cuanto deseo que la humanidad entera no dudará más de mis apariciones, de las manifestaciones del Cielo, entended que este es el tiempo de María y del Espíritu Santo.

 

Cuanto deseo que la humanidad compartiera, al pie de la cruz, los sufrimientos de mi Hijo Jesús, porque son muchos los hombres que hieren su Sagrado Cuerpo con el pecado.

Cuanto deseo que la humanidad entera entendiera que la hora de la gran prueba ha llegado porque son muchos los errores que se están difundiendo, muchos pastores no están atentos a los lobos vestidos de corderos; lobos que se han introducido en la Iglesia para llevarla a la destrucción.

 

Cuanto deseo que la humanidad entera rezara por la salvación del mundo; mundo que ha tocado el fondo de la perdición y de la impiedad extrema.

 

Cuanto deseo que la humanidad entera contribuyese al triunfo de la Divina Voluntad, viviendo en estado de gracia, haciendo siempre lo que Jesús os diga.

 

Cuanto deseo que la humanidad entera encontrase en mi inmaculado Corazón un refugio seguro en este tiempo de tribulación y de justicia.

 

Cuanto deseo que la humanidad se preparara en oración, ayuno, mortificación y penitencia porque la gran crisis de la Iglesia se avecina. Pronto entrará en la agonía y pasión más dolorosa. Pronto será abandonada por muchos de mis hijos, pronto será teñida de rojo por la sangre que derramarán algunos de mis hijos predilectos y algunos laicos fieles a la doctrina predicada por Jesús. Pronto el castigo azotará a este mundo pagano, mundo sin ley y sin Dios. Pronto la tierra será purificada por una lluvia de fuego, tierra que será completamente renovada para así, recibir al rey del más alto linaje vestido de resplandor y de gloria.

 

Cuanto deseo que, estos, mis últimos mensajes se difundan por todo el mundo. Es el último llamado angustioso para toda la humanidad. Son las últimas advertencias para este tiempo de tribulación y de justicia. El tiempo se os acaba, los dolores de parto ya han comenzado, el hijo de la perdición se prepara para tomar la silla de Pedro que dentro de poco estará vacía, sólo os queda orar y reparar.

 

 

Virtud de la serenidad

Mi Inmaculado Corazón conservó la serenidad en cada una de las etapas de mi vida, aún, en las escenas más dolorosas de la sagrada Pasión de mi hijo Jesús.

 

Conservé siempre la calma porque cuando se deja perder esta virtud se anida en el corazón la impaciencia y el ofuscamiento y estos sí que son enemigos letales del alma; enemigos que son como langostas que destruyen y matan.

 

La serenidad es suave oleaje y brisa refrescante para los corazones agresivos e iracundos.

 

La serenidad es dulce refrigerio para los corazones melancólicos, tristes.

 

La serenidad es viento suave para los corazones inquietos, turbados.

 

La serenidad es un torrencial de paz para los corazones heridos y malogrados.

 

Hijitos míos, guardé serenidad en la Anunciación y Encarnación del Hijo de Dios.

 

Me abandoné en sus brazos y proseguí mi camino.

 

Guardé serenidad en la búsqueda de posada en Belén, no me desesperé, confié en Dios, me puse en sus venerables manos.

 

Guardé serenidad en la profecía del anciano Simeón, conservé sus palabras en mi Corazón y emprendí marcha.

 

Guardé serenidad en la pérdida y hallazgo del niño Jesús en el templo; cuando lo encontramos no protesté ante sus palabras, meditaba en ellas día y noche.

 

Guardé serenidad en la crucifixión y muerte de Jesús, a pesar de mi dolor y llanto mi espíritu no se ofuscó, permaneció apacible.

 

Hijos míos: no os perturbéis ante los ataviares de vuestra vida; reconoced que un corazón siempre intranquilo es un corazón que aún no ha recibido a Jesús, no le ha abierto sus puertas, no le ha permitido entrar.

 

La serenidad es presencia de Dios, es joya diamantina para quien la posee. No la perdáis. Si carecéis de ella trabajad arduamente en adquirirla y una vez la tengáis en vuestras manos guardadla en vuestro corazón y os sentiréis pleno, rebosado de Dios.

 

3. Coronilla de Protección
(Se reza en un rosario común)

 

En cada Padre Nuestro:
Ave María Purísima, sin pecado concebida, hija de San Joaquín y santa Ana, María Santísima.

 

En cada Ave María (diez veces)
V. ¿Quién como Dios?
R. Nadie como Dios.

 

En cada Gloria:
V. Huid poderes malignos
R. venció Cristo el Señor.

 

Al final del Rosario:
V. Corazones Triunfantes de Jesús y de María.
R. Reinad en mi vida y en mi corazón. Amén.

 

Letanías al inmaculado Corazón de María

V/ Señor, ten piedad.
R/ Señor, ten piedad de nosotros.
V/Cristo, ten piedad.
R/Cristo ten piedad de nosotros.
V/Señor, ten piedad.
R/Señor, ten piedad de nosotros.
V/Cristo, óyenos.
R/Cristo óyenos.
V/Cristo, escúchanos.
R/Cristo, escúchanos.
V/Dios, Padre celestial.
R/Ten Misericordia de nosotros.
V/Dios, Hijo Redentor del mundo.
R/Ten Misericordia de nosotros.
V/Dios, Espíritu Santo
R/Ten Misericordia de nosotros.
V/ Trinidad Santa, un solo Dios.
R/ Ten Misericordia de nosotros.
Santa María, Corazón Inmaculado de María. Ruega por nosotros.
Corazón de María, lleno de gracia. Ruega por nosotros.
Corazón de María, vaso de amor más puro. Ruega por nosotros.
Corazón de María, consagrado integro a Dios. Ruega por nosotros.
Corazón de María, preservado de todo pecado. Ruega por nosotros.
Corazón de María, morada de la Santísima Trinidad. Ruega por nosotros.
Corazón de María, delicia del Padre en la Creación. Ruega por nosotros.
Corazón de María, instrumento del Hijo en la Redención. Ruega por nosotros.
Corazón de María, la esposa del Espíritu Santo. Ruega por nosotros.
Corazón de María, abismo y prodigio de humildad. Ruega por nosotros.
Corazón de María, medianero de todas las gracias. Ruega por nosotros.
Corazón de María, latiendo al unisonó con el Corazón de Jesús. Ruega por nosotros.
Corazón de María, gozando siempre de la visión beatifica. Ruega por nosotros.
Corazón de María, holocausto del amor divino. Ruega por nosotros.
Corazón de María, abogado ante la justicia divina. Ruega por nosotros.
Corazón de María, traspasado de una espada. Ruega por nosotros.
Corazón de María, coronado de espinas por nuestros pecados. Ruega por nosotros.
Corazón de María, agonizando en la Pasión de tu Hijo. Ruega por nosotros.
Corazón de María, exultando en la resurrección de tu Hijo. Ruega por nosotros.
Corazón de María, triunfando eternamente con Jesús. Ruega por nosotros.
Corazón de María, fortaleza de los cristianos. Ruega por nosotros.
Corazón de María, refugio de los perseguidos. Ruega por nosotros.
Corazón de María, esperanza de los pecadores. Ruega por nosotros.
Corazón de María, consuelo de los moribundos. Ruega por nosotros.
Corazón de María, alivio de los que sufren. Ruega por nosotros.
Corazón de María, lazo de unión con Cristo. Ruega por nosotros.
Corazón de María, camino seguro al cielo. Ruega por nosotros.
Corazón de María, prenda de paz y santidad. Ruega por nosotros.
Corazón de María, vencedora de las herejías. Ruega por nosotros.
Corazón de María, de la Reina de Cielos y tierra. Ruega por nosotros.
Corazón de María, de la Madre de Dios y de la Iglesia. Ruega por nosotros.
Corazón de María, que por fin triunfarás. Ruega por nosotros.

Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo.
Perdónanos Señor.
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo.
Escúchanos Señor.
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo.
Ten misericordia de nosotros.

 

V/ Ruega santa Madre de Dios
R/ Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo. Amén.

Oremos:

Tú que nos has preparado en el Corazón Inmaculado de María una digna morada de tu Hijo Jesucristo, concédenos la gracia de vivir siempre conforme a sus enseñanzas y de cumplir sus deseos. Por Cristo tu Hijo, nuestro Señor. Amén.

 

5. Oración final.

Santísima Virgen María, Maestra de los apóstoles de los últimos tiempos, preparadme con vuestras lecciones de amor al segundo advenimiento de vuestro Hijo Jesús.
Avivad mis sentidos para que guarde en mi corazón vuestras enseñanzas, enseñanzas que son doctrina segura que me adentran al cielo. Despertad en mí: celo insaciable por la salvación de mi alma. Desapego al mundo y anhelos de santidad.

Instruidme en la ciencia de la cruz para que acepte con beneplácito el sufrimiento y me haga heredero de uno de los aposentos de vuestro Inmaculado Corazón.

Arropad todo mi ser con vuestros rayos de luz para que seáis mi Maestra y yo vuestro, discípulo que imite vuestras adorables virtudes para ser bien visto ante los ojos de vuestro Hijo. Fortalecedme en este tiempo de la tribulación, cercenad mi corazón con vuestra espada de doble filo y heridlo de amor, para que vuestra presencia siempre me acompañe hasta el día del retorno de Nuestro Señor Jesucristo.

Madre celestial, Maestra del apóstoles de los últimos tiempos, preservad nuestra Iglesia frente a toda apostasía, herejía y cisma.

Conservadnos fieles a la Tradición de la Iglesia e instruidnos con vuestra Sabiduría Divina para que la luz del Espíritu Santo acreciente nuestra fe, nos muestre el camino de salvación y lleve nuestro corazón a la santidad.

Madre celestial, Maestra de los apóstoles de los últimos tiempos, guardad al resto santo en vuestro Inmaculado Corazón hasta el día de la segunda llegada de vuestro Amadísimo Hijo Jesús.
Amén.

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