Meditación de las Horas Nocturnas XI. Reparad por las almas que no valoran el Sacramento del Matrimonio y la fidelidad conyugal.

Meditación de las Horas Nocturnas XI. Reparad por las almas que no valoran el Sacramento del Matrimonio y la fidelidad conyugal.

Meditación de las Horas Nocturnas
XI. Reparad por las almas que no valoran el Sacramento del Matrimonio y la fidelidad conyugal.

Esplendor-del-Amor
Coronilla del Amor

 

En las cuentas del Rosario:

 

En las cuentas grandes:
Sagrados Corazones de Jesús y de María:
Sed nuestro amor y salvación.

En las cuentas pequeñas (10 veces):
Jesús, María os amo. Salvad almas.

Al final del Rosario, repetir tres veces:
Sagrados Corazones de Jesús y de María:
Haced que os ame cada vez más.

 

Jesús:

Hijos amados: que os habéis despertado en el silencio de esta noche para hacerme compañía: la recompensa no la recibiréis en la tierra sino en el Cielo; vale la pena que os desgastéis dando gloria a mi santo Nombre. Vale la pena que os consumáis como cirio encendido al pie del Sagrario. Vale la pena que sigáis vuestra marcha, aún, sintiéndoos cansados, fatigados. Vale la pena que os unáis a la oración y reparación de las almas victimas del mundo entero. Vale la pena que no seáis del común, que os distingáis por vuestra piedad. Vale la pena que caminéis tras mis huellas y no tras las pisadas fangosas del mundo. Vale la pena que imitéis a vuestros hermanos en la práctica loable de las horas nocturnas de reparación porque el dolor de mi Divino Corazón ha rebosado la copa; mi Sangre Preciosa es desperdiciada, mis mandamientos desobedecidos.

Hijo mío, gritad: estoy vivo. Padezco vejámenes, soledad. Gritad, que mi Sagrado Corazón está cercado por una corona de espinas.

Gritad, que s urgente: un cambio de vida, volver sus ojos a Mí, regresar a la Casa de mi Padre.

Gritad, que si no se convierten: sufrimientos indecibles les espera en la vida eterna.

Vuestra compañía, hijos míos, suaviza un poco mi dolor; dolor porque muchas familias se desintegran, se destruyen a sí mismas; dolor porque las parejas en el momento del matrimonio se juran amor eterno, pero con el correr del tiempo se les pierde el encanto, difícilmente se soportan, a duras penas se toleran; dolor porque los esposos están obligados a la fidelidad pero algunos de ellos caen en el adulterio, pecado que mancha el lecho nupcial; pecado que acarrea consecuencias nefastas, pecado que destruye la solidez del hogar, pecado que cubre de sombras y de tristeza a la familia; pecado que hiere el corazón del que ha sido engañado.

Mi Divino Corazón sufre, porque muchos de mis hijos aducen que no es necesaria la bendición del sacerdote para construir una familia; que la felicidad no la da el matrimonio católico, que en unión libre se vive mejor.

Reparad, por estos hijos míos que se pierden de mis gracias, hijos que dejan de alimentarse del Pan vivo bajado del Cuelo. Pan que les dará salvación y vida eterna.

Reparad, para que los hombres tomen conciencia de la importancia del Sacramento del Matrimonio y de la fidelidad conyugal.

 

Alma reparadora:

Mi delirio de amor: escuché el suave murmullo de vuestra voz. Los latidos de mi corazón se aceleraron ante vuestra súplica ardiente. Por eso, heme aquí adorable Jesús mío dispuesto a dar cumplimiento con esta hora de reparación nocturna; hora en que las puertas del Cielo se abrirán para derramar sus gracias; hora en que los mismos Ángeles se unirán a mi oración constante, hora en que quizás muchos duermen; pero vuestro amor me atrajo, vuestro amor me sedujo, vuestro amor me llevó al monte Gólgota para recoger la Preciosísima Sangre que fluye de vuestras Sagradas Llagas. Llagas que son fuentes de misericordia. Llagas que son rayos fulgurantes de luz divina; luz que alumbrará a las familias del mundo entero para que permanezcan en la unidad, en el amor y en la paz duradera.

Mi Jesús amado: reparo en esta noche por las familias disolutas, familias que se han desintegrado por culpa de un espíritu de adulterio; conceded el don de la fidelidad a los esposos, aumentadles la gracia del perdón, del amor reciproco.

Reparo por los hermanos que se han unido sin el Sacramento del Matrimonio; sensibilizadles el corazón para que reconozcan su pecado, quitad la cortina de obscuridad que cubren sus ojos; destapad sus oídos a vuestra voz; voz que los llama insistentemente a un cambio, a un reorganizar sus vidas.

Reparo por toda la humanidad que transgrede vuestras leyes, vuestros mandatos divinos.
Atraedlos al aprisco de vuestro Sagrado Corazón y purificadles, limpiadles sus manchas producidas por el pecado.

Mi tierno Jesús: cuanto deseo que no sufráis, que no os lastimen, que no os hieran, que todos los hombres os amen con amor frenesí, que todos los hombres encarnen el Evangelio, vivan en vuestra Palabra, que todos los hombres luchen con tesón en la salvación de sus almas.

Jesús amado: llamad a la conversión perfecta a cada uno de vuestros hijos que viven en situaciones irregulares; convencedlos que si no hay cambio, difícilmente habitarán en una de las moradas de los Cielos; difícilmente recibirán el premio prometido.

Espero, mi querido, Jesús que esta hora nocturna de reparación os haya servido como medicina que alivie vuestro dolor.

 

Oración.

¡Dios de Amor! ¡Padre de Bondad! Por los méritos, por los ruegos y sufrimientos de vuestro Hijo muy amado, dad luz a estas almas para que lleguen a rechazar el mal y abrazar con decisión Vuestra Voluntad Santísima. No permitáis que sean causa de tanto daño para ellas y para otras almas inocentes y puras.
Amén

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