Preparación para el sacramento de la confirmación: Quinto tema: Creo en el Espírtu Santo.

Preparación para el sacramento de la confirmación: Quinto tema: Creo en el Espírtu Santo.

+ Jesús, resucitado, da a sus discípulos el Espíritu Santo.

Nos narra San Juan el siguiente episodio: “La tarde del primer día de la semana, estando cerradas las puertas del lugar donde se hallaban los discípulos, vino Jesús y, puesto en medio de ellos, les dijo: ´ La paz sea con vosotros ´. Y diciendo esto, les mostró las manos y el costado. Los discípulos se alegraron viendo al Señor. Díjoles otra vez: ´ La paz sea con vosotros. Como me envió mi Padre, así os envío yo. ´ Diciendo esto, sopló y les dijo: “Recibid el Espíritu Santo; a quienes perdonareis los pecados, les serán perdonados; a quien se los retuviereis, les serán retenidos” (Jn. 20,19-23)

+ Pentecostés. Al término de las siete semanas pascuales, llega la efusión del Espíritu Santo, que se manifiesta en lenguas de fuego sobre los Apóstoles, que quedan transformados (por un claro entendimiento de la Verdad, y por la fortaleza para proclamarla ante los hombres)

(Leer el capítulo 2 del libro de los Hechos de los Apóstoles)

6.- El Espíritu Santo, don de Dios.
“Dios es Amor” (1 Jn.4, 8.16) y el amor que es el primer don, contiene todos los demás. Ese amor “Dios lo ha derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que se nos ha dado” (Rom. 5,5). Y el primer efecto del Don del Amor es la remisión de nuestros pecados”

7.- El Espíritu Santo y la Iglesia.
La misión del Espíritu Santo se realiza en la Iglesia, Cuerpo de Cristo y Templo del Espíritu Santo. Así:

• el Espíritu Santo prepara a los hombres para atraerlos a Cristo.
• Les manifiesta al Señor resucitado, les recuerda su Palabra y abre sus mentes para entender su Muerte y su Resurrección.
• Les hace presente el “Misterio de Cristo”, sobre todo en la Eucaristía.
• Los conduce a la comunión con Dios.
• Por medio de los Sacramentos, Cristo comunica su Espíritu Santo y Santificador a los cristianos.

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Ejemplos para ilustrar este tema

(Sobre algunos de los siete Dones del Espíritu Santo)

1. – Don de temor (de perder a Dios) Lo da el Espíritu Santo para precaver a las almas contra el peligro de los pecados, inspirando una humilde desconfianza de ellas mismas y llevándolas a una delicadeza cada vez más fina en servicio de Dios y a la fidelidad en los pequeños detalles. Esto exclamaba Santa Teresa del Niño Jesús: “Llévame, Jesús, contigo antes de dejarme manchar mi alma cometiendo la más pequeña falta voluntaria”.

2. Daba consuelo. De San Juan de Ávila se dice que “habitaba en su alma el Espíritu Santo con gran plenitud de gracia, y como ese divino Espíritu es el consolador verdadero, comunicó con grande abundancia esta propiedad a este santo varón. Y se cuenta que en Montilla había dos personas que se habían enemistado hasta llegar al odio. Un día se encontró con una de ellas en la Iglesia de Santiago y trató de convencerle de que se reconciliase con su enemigo. Estuvo el hombre como de bronce, sin que le hicieran mella las palabras y razones del santo, persistiendo en una obstinación terrible. Entonces le dijo: “Por lo menos, señor mío, haga una cosa por amor de Dios: entre en aquella capilla de las ánimas, delante del santo crucifijo que está allá, y rece un Padre nuestro y un Ave María, pidiendo a Dios que le alumbre el entendimiento.” En cuanto hubo terminado el Padrenuestro salió temblando y demudado de color. Manifestó querer ser amigo del otro hombre, y pidió a S. Juan de Ávila que no le abandonase hasta que pronto fueran amigos.”

3.- Llega la gracia en el momento oportuno. Un hombre que ha estado al frente del Instituto Psiquiátrico de Valladolid durante muchos años, narra la siguiente experiencia: “Con frecuencia veo, en este Instituto Psiquiátrico, cómo los enfermos totalmente demenciados (locos), llegado el último momento de su vida, reciben y hasta piden con gran fervor, y dándose perfecta cuenta, los últimos Sacramentos. Se palpa cómo el Director Divino – dice al referirse al Espíritu Santo – nunca nos abandona, aun en este caso extremo, y cómo dirige el alma en el momento presente. La misericordia de Dios es infinita y no me cabe la menor duda de que Dios les da a estos enfermos la gracia necesaria para santificarse en el último momento de su vida, único que viven conscientemente.”

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