Tradiciones que enraízan la fe: “dar gracias por el año”.

Tradiciones que enraízan la fe: “dar gracias por el año”.

Tradiciones que enraízan la fe: “dar gracias por el año”.


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Por la calle presuroso caminaba un joven con destino a la parroquia, un compañero suyo le pregunta: ¿a dónde vas tan deprisa?, el joven respondió: a dar gracias por el año que viví y lo voy hacer celebrando la santa misa, el joven sonrió y se le escaparon unas palabras: “eso que”. Dos actitudes muy distintas. Ante un lleno total, la parroquia del Señor de la salud “el barrio”, celebró la santa eucaristía de acción de gracias, familias completas juntas en la santa misa para agradecer a Dios todo lo que se vive en el año, bueno, difícil, malo, positivo, negativo, esforzado, tranquilo, con lágrimas, risas, satisfacciones, frustraciones, logros, obras inconclusas, cansancio etc.; hasta por sentir apatía se vale dar gracias a Dios que ha dado al hombre tantos “dones”.

Muchos hogares son muy fríos, como cárceles, han perdido la chispa de la relación amorosa de sus miembros y con ello, la relación con Dios. En otros hogares hay mucho bullicio, alegría, unidad, parecen polos opuestos pero así es la fe; unos agradecen por todo e incluso por lo no grato, pero unos reniegan de su situación, se quejan, envidian y sin mucha esperanza, esperan un milagro para que les vaya bien.

El párroco lleno de alegría junto con el obispo Ulises Macías, se congratulaban con todos aquellos jóvenes, aquellas mujeres piadosas, aquellos hermanos supersticiosos que sí no van a misa de fin de año, les va mal en el siguiente año; contento con aquellos trabajadores que ofrecen su esfuerzo, de diferentes niveles económicos, pero una sola fe y esto me hizo recordar cuando mi papá me mandaba a confesar, me mandaba a misa, me mandaba a la catequesis, obedecía pero quizá no sabía porque tenía que hacerlo, pero pensando en mi papá y madre, me brotaron palabras de agradecimiento por inculcarme la fe en Jesús, quizá no como lo exige hoy la Iglesia, tal vez no tan madura como debe de ser, pero la tradición de padres a hijos la cumplieron perfectamente mis padres.

Al ver toda aquella gente en ese templo, unos 500 fieles reunidos, me hace retomar fuerzas, pues por esa tradición, la raíz de mi fe permanece fiel, firme con ganas de crecer, de madurar, con una esperanza firme de que haciendo lo que se debe de vivir como cristiano también vivo con Jesús.

Bendita tradición que mantiene el fuego de la fe encendida en muchos hombres y mujeres que no le encuentran sentido a la religión, sin esa tradición, puf la luz de nuestra vida se apagaría. La tradición nos permite celebrar tantas devociones que muchos ya no conocen y a unos les causa escándalo.

Agradecer a Dios después de hacer una evaluación del año que se vivió es un acto de verdadera fe. Todo el año se nos va en pedirle a Dios, en quejarse con Dios, en cambalacharle a Dios, de prometerle y muy pocos regresan a Dios para agradecer lo bueno que es con uno, y esto me hace recordar aquella narración de los 10 leprosos que a los lejos le pedían a Cristo que los sanara, les curara su lepra, la orden de ir con el sacerdote la cumplieron, su tarea era presentarse ante el sacerdote, que recordemos: este daba testimonio de una curación de ese tipo de enfermedad, lo extraordinario es que uno se dio cuenta que al ir en camino fue quedando sano y regreso, postrándose ante Jesús y la pregunta de Jesús fue tajante: ¿qué no eran 10?

Así somos muchos cristianos, Dios nos asiste, nos da, nos cumple, es un esclavo de nuestros caprichos y necesidades y pocos regresamos a darle gracias. ¿No sería justo darle gracias por este año que pasó?

Muchas familias pierden la gracia de ir a dar gracias a Dios por el año que ha pasado y lo peor y alarmante es que ya no llevamos a nuestros hijos y ni mucho menos damos gracias en familia, “con eso de que ya no quieren”, “ni modo de forzarlos”, la tradición se muere en esa familias y para colmo, ante las desgracias, las desavenencias, ante los obstáculos, son los primeros en renegarle a Dios, ¿cree que vivió un año más porque se lo merece?, ¿cree que va amanecer mañana?, o ¿quizá tiene miedo de hacer un recuento de su vida?, o en las peores circunstancias: ¿cree que eso está pasado de moda?

Nos quedamos con la esperanza del agradecimiento a Dios, cuando un pequeño de 4 años en la santa misa le dijo a su papá: ¿a qué hora le vas a dar gracias a diosito?, sí hizo está pregunta fue porque lo escuchó de su familia y el padre le dijo, ya le estamos dando gracias junto con el padrecito y todos los que estamos reunidos y al final nos vamos a arrodillar todos juntos, cuando llego el momento culmen todos de rodillas agradecían a Dios por tanto amor y el niño junto con su padre, hermanos y madre arrodillados daban gracias a Dios.

¿Lo ve muy difícil usted, el darle gracias a Dios?, ¿lo hace por compromiso o porque lo que justo y necesario?, ¿no cree que sería bueno hacerles sentir eso a sus hijos?, me alegra porque será un reto para este año en ser los primeros en reconocer la gratuidad de Dios y bendecirle por todos los sucesos de la vida e incluso las pérdidas, en buena hora bendita tradición que enraíza la fe en el creyente y la enraíza de tal modo que es capaz de derribar muros de indiferencia, ¡tomemos la iniciativa!, adelante ante un año más de vida.

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