Las tentaciones del predicador, primera tentación ” introductoria. El artista del micrófono”

Las tentaciones del predicador, primera tentación ” introductoria. El artista del micrófono”

Muchas tentaciones le surgen al predicador al llevar el mensaje de Dios, está es una de ellas:  el sentir que el es la luminaria  del escenario puede opacar y desvirtuar el anuncio del evangelio.

EL ARTISTA

La primera y más grande de estas tentaciones de un predicador es  que experimenté aquel día la sensación de ser un artista del púlpito. Cualquiera que tenga el atrevimiento, el valor de colocarse o pararse en frente de un grupo de personas por más de 20 minutos de  tiempo para efectuar una charla, tiene que tener algo de artista. Si usted odia ese tipo de actividad, no se siente a gusto, se presiona y sufre es bastante probable que no llegue a ser muy efectivo como predicador.

Pero justamente es allí donde se encuentra un problema. Para comunicar bien, el predicador se exponerse constantemente a una de las tentaciones más letales del hombre de Dios: el actuar de tal manera que uno se gane la apreciación y los aplausos de los oyentes. No hay ningún problema en esta actitud cuando el oyente ve en los ojos del predicador que está  Dios. Pero, desafortunadamente,  es sumamente  difícil  el estar seguros que es totalmente cierto que es Dios el  que inspira cuando a los ojos de otros se percibe ese aire de artista de la predica.

Claro que es  un verdadero  arte el predicar y más la palabra de Dios, grandes oradores como son los políticos, los exponentes  de temas diversos, doctores que preparan alumnos toman cursos de oratoria para ser más excelsos y categóricos en su mensaje.

Jesús le puso el dedo a esta tentación en la sexta bienaventuranza: “Bienaventurados los de limpio corazón, pues ellos verán a Dios”. Un corazón puro es un corazón que no tiene motivaciones confusas. Por esta razón, Jesús miró a los fariseos (quienes hacían sus buenas obras para ser vistos por el pueblo) y dijo: “Ya tienen su recompensa”. Ellos estaban recibiendo justamente lo que buscaban: aprobación humana. Las exclamaciones de aquella muchedumbre cuando  decían: No enseña como lo hacen los maestros de la ley y los fariseos, manifiesta esa diferencia “ el dar la gloria a Dios y  no a los hombres “

El predicador del mensaje de Dios busca la gloria de quién lo envió, las tinieblas y dudas desaparecen cuando en su corazón hay paz y lucidez, la  tentación con la misma palabra que predica cae y una nueva luz brilla no para alumbrar a un artista sino para guiar con su fuerza inspiradora al heraldo del evangelio, tu aplauso será llevado por el Espíritu Santo y el fruto la construcción del reino de Dios.

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