En torno a la Palabra: Comunidad eclesial “San Francisco de Asis

En torno a la Palabra: Comunidad eclesial “San Francisco de Asis

En torno a la Palabra

Comunidad eclesial “San Francisco de Asis

Intervenciones que ayudan a celebrar

Hay momentos en que todos somos invitados a “intervenir”, a veces con canto, o con diálogos y aclamaciones, o con respuestas a las preces, o a las estrofas de un salmo.

Salmo responsorial:  A las estrofas recitadas o cantadas por el salmista, la comunidad responde intercalando entre ellas su Antífona o estribillo, que, sobre todo cuando es cantado, ayuda a dar la escucha de las lecturas un todo meditativo y de acogida.

Aleluya: Antes de la proclamación del evangelio, la comunidad canta el “Aleluya” como aclamación de alabanza gozosa, sobre todo los días más festivos: con este aleluya “la asamblea recibe y saluda al Señor que va a hablarles” (OLM 23). Esta aclamación del aleluya se canta de pie y unánimemente toda la asamblea, y no sólo el canto o el coro que lo empiezan (OLM 23).

En cuaresma, cuando tradicionalmente omitimos el aleluya, la comunidad canta otra aclamación igualmente preparatoria de la escucha del Evangelio centrada en Cristo y su Palabra.

Del hebreo “hallelu-Yah”, alabad a Yah(vé), alabad a Dios. es una aclamación litúrgica que nos une con los judíos, con la generación de Jesús y con siglos y siglos de fe cristiana de Oriente y Occidente.

Aunque el origen apunta a la alabanza a Dios, la palabra se ha llegado a identificar con alegría. Decir “aleluya” es decir “alegría”. Los lugares privilegiados del aleluya están antes del evangelio, pero sobre todo en la vigilia pascual.

La profesión de fe: El Credo es un momento en que toda la comunidad “toma la palabra”, para responder así a la de Dios y manifestar comunitariamente su fe. En principio tanto se puede realizar recitado -aclamado- como cantado. El credo, de por sí, por ser una fórmula de profesión de fe, no pide ser cantado, como por ejemplo sí lo pide el Gloria, que es un himno.

La oración universal o de los fieles: Como conclusión de la celebración de la Palabra la asamblea interviene con sus respuestas en la oración universal.

Todas estas intervenciones a lo largo de la celebración de la Palabra quieren, pues, ayudar a que la comunidad, además de escuchar el mensaje y hacerlo suyo, ore y aclame o cante sus sentimientos interiores por medio de sus actuaciones, que hay que saber cuidar para dar a la celebración la dinámica expresiva que deben tener.

Antes y después de las lecturas

a) “El Señor esté con vosotros. Y con tu espíritu”

Está ante todo, el saludo que antecede a la proclamación de la lectura evangélica. este breve diálogo tiene diversa tonalidad según el momento de la Misa se tenga (entrada, evangelio, Plegaria, Eucaristía y antes de la bendición).

Al principio tiene el carácter de saludo con el que se manifiesta la presencia del Señor y se expresa la realidad de una comunidad reunida (cfr. IGMR 28). Al comienzo de la Plegaria Eucarística, el presidente dice de nuevo “El Señor esté con vosotros…”. En nombre de Cristo y de la comunidad va a elevar al Padre la gran acción de gracias. Al final de la celebración el presidente va a bendecir a la comunidad, enviándola a la vida y a la misión.

Antes del Evangelio, el ministro que lo va a proclamar (diácono o presbítero), también saluda a la comunidad con estas palabras, como diciéndoles que es Cristo Jesús el que en este momento le va a hablar, porque “el mismo Cristo, por su Palabra, se hace presente en medio de los fieles” (IGMR 33). Y la comunidad le desea que el Señor esté también “con su espíritu”.  El ministro realiza su servicio en nombre de Jesús y lo tiene que hacer consciente de la presencia del Señor.

b) El título del Evangelio

La lecturas anteriores tiene sencillamente un título enunciado, sin respuesta de la comunidad. Pero el evangelio se dice de un modo más solemne, provocando la respuesta:

– Además del diálogo “el Señor esté con vosotros…”

– el enunciado del pasaje se hace con expresividad: “Lectura del santo Evangelio       según…”

– A lo que la comunidad responde: “Gloria a ti, Señor”.

La lecturas del evangelio se reserva a un ministro ordenado, se escucha de pie, se hace la señal de la cruz al inicio, se besa el libro al final, puede ser objeto de una incensación solemne, y puede también tener un libro especial para su proclamación, el evangeliario. Así se entiende por qué se pronuncia más solemnemente su mismo título. Y que la comunidad, ya antes de escuchar el mensaje, aclame al Señor: “gloria a ti, Señor”. Va a escuchar, no a un profeta del AT, o a un apóstol que aplica su doctrina a las comunidades, sino al mismo Señor, el Maestro y Profeta auténtico enviado por Dios.

c) Aclamación después de las lecturas

Después de que la comunidad ha escuchado el pasaje evangélico, hay un breve diálogo entre el ministro y la comunidad. tendría que ser una aclamación cantada, particularmente los domingos y días festivos, con el libro alzado por el lector antes de besarlo.

La nueva edición del Misal en castellano (1988), ha cambiado la aclamación final de esta lectura:

-Antes, se aclamaba y respondía en el evangelio igual que en las demás lecturas anteriores: “Palabra de Dios”, “te alabamos, Señor!.

– Ahora, en el caso del evangelio se dice: “Palabra del Señor”, y la comunidad contesta: “Gloria a ti, Señor Jesús”.

Todas las lecturas bíblicas, del AT y del NT, son “palabra de Dios”, pero ésta del evangelio es de un modo particular del Señor (Jesús).

Acerca del autor

Temas relacionados

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.