Nuestra Señora de Lourdes, 11 de febrero

Nuestra Señora de Lourdes, 11 de febrero

Nuestra Señora de Lourdes.

Lourdes etimológicamente significa “lugar agreste”. Viene de la lengua francesa.

El 11 de febrero de 1858 la niña Bernardita Soubirous, de 14 años, pobre y humilde, que todavía no sabía leer ni escribir, fue con dos compañeras en busca de leña junto a la Roca de Masabielle, en las cercanías del pueblo llamado Lourdes, en Francia. Tenían que atravesar un pequeño río, pero como Bernardita sufría de asma, el médico le había prohibido que metiera los pies en agua fría, y las aguas de aquel riachuelo estaban muy heladas. Por eso ella se quedó al lado de acá del río, mientras las dos compañeras iban a buscar la leña.

La niña Bernardita narró así lo que vio aquel 11 de febrero: “Sentí como un fuerte viento que me obligó a levantar la cabeza. Volví a mirar y vi que las ramas de espinas que rodeaban la gruta de la roca de Masabielle se estaban moviendo. En ese momento apareció en la gruta una bellísima señora, tan hermosa, que cuando se le ha visto una vez, uno querría morirse con tal de lograr volverla a ver. Ella venía toda vestida de blanco, con un cinturón azul, un rosario entre sus dedos y una rosa dorada en cada pie. Me saludó inclinando la cabeza.
Yo, creyendo que estaba soñando, me restregué los ojos. pero levantando la vista vi de nuevo a la hermosa señora que me sonreía y me hacía señas de que me acercara. Pero yo no me atrevía. No es que tuviera miedo, porque cuando uno tiene miedo huye, y yo me hubiera quedado allí mirándola toda la vida. Entonces se me ocurrió rezar y saqué el rosario. Me arrodillé. Vi que la señora se santiguaba al mismo tiempo que yo lo hacía. Mientras iba pasando las cuentas de la camándula Ella escuchaba las Avemarías sin decir nada, pero pasando también por sus manos las cuentas del rosario. Y cuando yo decía el Gloria al Padre, Ella lo decía también, inclinando un poco la cabeza. Terminando el rosario, me sonrió otra vez y retrocediendo hacia las sombras de la gruta, desapareció”. Esta aparición se repetirá 18 veces de la misma manera, hasta el 16 de julio.

Las otras dos niñas regresaron con la leña y se extrañaron de ver a Bernardita arrodillada allí frente a la roca. Le gritaron y hasta le lanzaron una pequeña piedrecita. Ella, como volviendo de una visión, se refregó los ojos y pareció despertar de un sueño. Las compañeras le preguntaron qué le había sucedido y les narró la visión que había tenido, pero pidiéndoles que no le fueran a contar a nadie. Sin embargo lo primero que hicieron las jovencitas al llegar a su casa fue contar lo que Bernardita les había narrado.

La mamá se disgustó mucho creyendo que su hija estaba inventando cuentos (aunque la verdad es que jamás a Bernardita le oían decir mentiras). Algunos dijeron que seguramente se trataba de un alma del purgatorio, y a Bernardita le fue prohibido volver a la roca y a la gruta de Masabielle.

Los chiquillos del barrio empezaron a importunar a la niña para que volviera a la gruta, pero la mamá se oponía. Al fin, ante tantos ruegos, le dijo a su hija que consultara el caso con el papacito. El señor Soubiruos, después de pensar y dudar, le permitió volver el 18 de febrero.

La acompañaban varias personas y llevaban una botella de agua bendita y se imaginaban que era un alma del purgatorio la que se aparecía allí. Se arrodillaron y empezaron a rezar el rosario. Bernardita narra así esta aparición: “Cuando estábamos rezando el tercer misterio, la misma señora vestida de blanco se hizo presente como la vez anterior. Yo exclamé: ‘Ahí está’. Pero los demás no la veían. Entonces una vecina me acercó el agua bendita y yo lancé unas gotas de dicha agua hacia la visión. La Señora se sonrió e hizo la señal de la cruz. Yo le dije: ‘Si vienes de parte de Dios, acércate’. Ella dio un paso hacia adelante. Entonces una niña le lanzó una piedrecita que cayó junto a mis pies, y la señora desapareció”.

En la tercera aparición la Virgen le dijo: ¿Quieres venir aquí durante 15 días? La niña le prometió que sí lo haría. Entonces Nuestra Señora le añadió: “No te prometo hacerte feliz en esta vida, pero sí en la otra”, y elevándose hacia el techo de la gruta, desapareció.

El domingo 21 de febrero, la Sma. Vigen lanzando una mirada de tristeza hacia la multitud, le dijo: “Es necesario rezar por los pecadores”.

Le prohibieron ir a la gruta y la niña fue el 22. Pero ese día no se le apareció la Virgen. Le quitaron la prohibición, y al día siguiente se le volvió a aparecer Nuestra Señora.

El 25 de febrero es una fecha muy importante para Lourdes, porque ese día nace la fuente milagrosa en cuyas aguas han obtenido la curación tantos miles de enfermos. La Virgen le dijo a la vidente: “Vete a tomar agua de la fuente”. Ella creyó que había que ir a tomar agua del río Gave, allí cercano y hacia allá se dirigió, pero la Madre Santa le enseñó con el dedo que escarbara en el suelo. Había allí un pequeño charco. La niña empezó a escarbar y la tierra se abrió y empezó a brotar agua, muy turbia. Bernardita trató de beber por tres veces pero tenía que arrojarla, hasta que al fin ya pudo tomar de esa agua. Desde entonces aquel manantial ha manado agua sin cesar, un agua prodigiosa donde se han conseguido milagrosas curaciones de miles y miles de enfermos. El manantial que brotó aquel 25 de febrero produce cien mil litros de agua al día continuamente desde aquella fecha hasta hoy.

El 26 de febrero le dijo Nuestra Señora: “Es necesario hacer penitencia”. La niña empezó a andar de rodillas por entre ese pedregal y a comer yerbas muy amargas y a restregarse hojas espinosas por la cara y a besar el suelo, y la Virgen le demostró sonriendo que le agradaban las penitencias.

El 28 de febrero una mujer tiene a su hijito agonizando con una fiebre altísima por una pulmonía. Corre hacia el manantial que ha brotado junto a la gruta, y aunque el médico le ha prohibido que exponga al niño al frío, lo sumerge entre esas aguas supremamente frías. Y el niño queda curado instantáneamente.

Un hombre ha quedado ciego por un estallido. Los médicos han declarado que ya nunca volverá a ver. Se hace llevar a la fuente milagrosa. Se echa un puñado de esa agua a sus ojos y recobre misteriosamente la vista. La gente se entusiasma ante estos hechos prodigiosos.

El 2 de marzo la Virgen le dice a Bernardita que les diga a los sacerdotes que Ella desea que construyan allí un templo y que vayan allá en procesión. Pero no le hacen caso.

El 25 de marzo, al verla más amable que nunca, Bernardita le pregunta varias veces: ¿Señora, quiere decirme su nombre? La Virgen sonríe y al fin, ante la continua insistencia de la niña, eleva sus manos y sus ojos hacia el cielo y exclama: “Yo soy la Inmaculada Concepción”.

El 16 de Julio, fiesta de la Virgen del Carmen, Nuestra Señora se apareció más hermosa y más sonriente que nunca e inclinado la cabeza en señal de despedida, desapareció. Ya nunca más la volvió a ver Bernardita en esta tierra. Se le había aparecido 18 veces, desde el 11 de febrero.

El señor obispo nombró una comisión de expertos que examinaron todos estos hechos y los milagros que se iban produciendo, y la vida y las palabras de Bernardita y terminaron por declarar que no se puede negar que en todo esto hay una intervención de los sobrenatural.
En Lourdes se hicieron tres grandes templos y una inmensa plaza para los peregrinos. El Sumo Pontífice declaró fiesta de Nuestra Señora de Lourdes el día de su primera aparición, el 11 de febrero. Los últimos cinco Papas han publicado hermosos documentos en favor de estas apariciones.

Todos los días llegan a Lourdes trenes, aviones y muchísimos buses pullman repletos de peregrinos de todos los países del mundo. Miles y miles de enfermos son llevados allí. El tren que los lleva se llama “el tren de la esperanza”, y el tren de regreso se llama “el tren de la alegría”, porque muchísimos enfermos no son curados de sus enfermedades, pero reciben del cielo gran alegría y un increíble valor para soportar sus enfermedades y ganarse con ellas un premio para el cielo.

Cada tarde se hace en Lourdes una inmensa procesión con antorchas cantando el “Ave, ave, ave María” y rezando el rosario, y la procesión con el Santísimo Sacramento bendiciendo a los enfermos. En esta procesión se obran milagros portentosos. Pero el más grande milagro que sigue obteniendo la Sma. Virgen en Lourdes es el convertir pecadores, el de cambiar gente fría en religión, en gente fervorosa y entusiasta por salvar su alma y amar a Dios. Que la Virgencita que se apareció en Lourdes nos alcance del buen Dios la gracia de nuestra conversión y de nuestra eterna salvación.

Haced penitencia y rezad por los pecadores.

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