2 de mayo, día de San Atanasio. Obispo y Doctor de la Iglesia.

2 de mayo, día de San Atanasio. Obispo y Doctor de la Iglesia.

San Atanasio

(“El inmortal”, en griego)

Nació y murió en Alejandría de Egipto en el año 295-373

Por conjeturas más que por certezas históricas el nacimiento y la infancia de Atanasio se sitúa verosímilmente en Alejandría hacia fines del siglo III y principios del IV. Epoca de persecución, ¿de la que él mismo no parece haber guardado un recuerdo preciso, sin duda porque era entonces muy niño.

Es alrededor del año 320 cuando el Obispo Alejandro, habiendo descubierto al joven Atanasio, lo unió a su persona en calidad de secretario y le confirió el diaconado. Con este carácter lo llevó consigo al Concilio de Nicea. El joven diácono no trabaja evidentemente sino entre bastidores, pero revela ya su personalidad: a ciertos prelados les parece temible desde ese momento. En 328, según las mejores fuentes, Atanasio fue llevado a suceder a su Obispo difunto. Debe notarse, a este propósito, que más tarde algunos reprocharon a Atanasio el haber sido nombrado Obispo antes de la edad canónica de los treinta años. Como parece que la fecha de su elección al Episcopado es la mejor establecida, ¿habrá entonces que acercar algunos años la fecha de su nacimiento y colocarla entre 298 y 300, en lugar de 295?

Sea lo que sea, ya era un joven Obispo, y tenía que asumir una tarea extremadamente ardua. Pero Atanasio era un jefe nato. Una madurez precoz y una gran cultura suplían su inexperiencia, mientras que la juventud le daba a la acción un indomable vigor.

La aclamación popular que según la costumbre lo había llevado al Episcopado era de las más elogiosas: “He aquí a un hombre auténtico, con energía, un verdadero cristiano, un asceta, digno de ser Obispo”.

Sus primeras “Cartas pascuales” lo muestran preocupado en fortificar la Fe de sus ovejas. Con este objeto visita su diócesis, sucesivamente la Pentápolis, la Ammonia y la Tebaida. Así como antes de su Episcopado se había encontrado más de una vez con San Antonio, el Patriarca de los anacoretas, así también ahora trababa amistad con San Pacomio, el gran legislador de la vida cenobítica. Este veneraba ya en el Patriarca de Alejandría “el hombre Cristóforo”, al “Padre de la fe ortodoxa en Cristo”.

Dos sectas heréticas, los arrianos y los melecianos, turbaban entonces a la cristiandad y especialmente a la diócesis de Alejandría. Denunciado por sus adversarios el Emperador Constantino, el cual se mostraba entonces favorable a Arrio, Atanasio fue llamado a Nicomedia, y logró disculparse de las necias acusaciones lanzadas contra él. Además, no temió hacer frente al Emperador, quien lo le pedía sin embargo sino la rehabilitación de Arrio (332).

Durante las medidas de represión contra los melecianos, el Obispo hereje de Hipselis, Arsenio, desapareció repentinamente. No se dejó de acusar a Atanasio de haberlo hecho asesinar. Juzgado por Delmacio, hermano de Constantino, el asunto fue archivado muy pronto, porque se acababa de encontrar a Arsenio con buena salud: simplemente se había escondido.

Sin embargo, decidido a terminar con la querella arriana que desde hacía I0 años desgarraba a la Iglesia de Oriente, Constantino acusó a los Obispos ortodoxos, a los que se atenían a las definiciones del Concilio de Nicea, que él juzgaba demasiado intransigentes: muchos fueron depuestos y desterrados.

Por otra parte, el Emperador, constituyéndose maestro de la doctrina, hizo que Arrio firmara una profesión de fe sobradamente anodina y equívoca para ser interpretada en el sentido de la ortodoxia. Pero satisfaciéndole a él al menos, exigió entonces que el heresiarca fuese reintegrado en el clero de Alejandría. ¡Nuevo rechazo categórico de Atanasio!

Cuanto más se acerca una persona a Dios más se acerca a los hombres, concluyó Benedicto XVI este miércoles al presentar la figura de san Atanasio, obispo de Alejandría, padre de la Iglesia.

«Quien va hacia Dios, no se aleja de los hombres, sino que se hace realmente cercano a ellos», aclaró al dirigirse a los peregrinos congregados en el Aula Pablo VI durante la semanal audiencia general.

Como él mismo constató, «no es casualidad, por tanto, que Gian Lorenzo Bernini colocara su estatua entre las de los cuatro santos doctores de la Iglesia oriental y occidental –Ambrosio, Juan Crisóstomo, y Agustín–, que en el maravilloso ábside de la Basílica vaticana rodean la Cátedra de san Pedro».

Atanasio dedicó su ministerio episcopal a proclamar la divinidad de Jesús, que era negada por los arrianos, seguidores de un presbítero de Alejandría, Arrio, (256-336), para quien Cristo había sido creado por Dios de la nada, y que por tanto el Hijo (el «Logos») era una criatura de Dios y no era Dios mismo.

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