Mi alma glorifica al Señor. Hora Santa

Mi alma glorifica al Señor. Hora Santa

Mi alma glorifica al Señor. Hora Santa

Parroquia de San Pío X

 

Se reza  la Estación al Santísimo Sacramento…

Jesús, lleno de amor y misericordia, queremos depositar en tu corazón a todo el género humano, santifícanos y derrama en todos  tus santos dones para que cada día sepamos  agradarte cada día  más.

 

Del Santo Evangelio según san Lucas 1, 39-48

En aquellos días, maría se encamino presurosa a un pueblo de las montañas de Judea y entrando en la casa de Zacarías, saludó a Isabel. En cuanto esta oyó el saludo de María, la criatura salto en su seno. Entonces Isabel quedó llena del Espíritu Santo y levantando la voz, exclamó:

“¡Bendita tu entre las  mujeres y bendito es el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a verme? Apenas llegó tu saludo a mis oídos, el niño salto de gozo en mi seno. Dichosa tu, que has creído porque se cumplirá cuanto te fue anunciado de parte del Señor”. Entonces dijo María: “Mi alma glorifica al Señor y mi espíritu se llena de júbilo en Dios, mi salvador, porque puso sus ojos en la humildad de su esclava”

Palabra del  Señor

Releemos en silencio y compartimos la frase que más nos guste.

 

Canto

Desde el cielo una hermosa mañana (2)

La guadalupana, la Guadalupana, la Guadalupana bajo el  Tepeyac (2)

Suplicante juntaba sus manos (2)

Y eran mexicanos (3) su porte y su faz

Su llegada lleno de alegría (2)

De luz y armonía (3) todo el Anáhuac

 

En la Aldea de Ars el día 8 de Diciembre de 1854

El cura de Ars Francis Trocha

En noviembre de 1854, mientras Roma se disponía a celebrar magníficamente la definición del dogma de la inmaculada Concepción, el Cura de Ars preparaba su humilde parroquia para tan solemne acontecimiento. Algunos días antes de la proclamación de esta verdad de fe, cuentan como el siervo de Dios predicaba un sermón de circunstancias, en el cual recordaba, con transportes de alegría todo lo que había hecho por  María Inmaculada. Un escalofrío paso por todo el auditorio cuando al terminar, exclamó: ¡Si para dar a la Santísima Virgen pudiese venderme, me vendería”!

La solemnidad que se acercaba ¿no  era para nuestro Santo una ocasión excepcional para testimoniar a nuestra Señora un afecto de más de sesenta años? Había amado a María desde niño. Una vez sacerdote, había trabajado con todas sus fuerzas para propagar su culto. El 1. de mayo de 1836, había consagrado su parroquia a María concebida sin pecado. En las festividades de maría “las comuniones eran cada vez más numerosas y la Iglesia no quedaba ni un momento vacía” por la tarde, la nave y las capillas laterales apenas podían contener la concurrencia es que nadie quería perder la homilía del párroco de Vianney en honor de la Santísima Virgen; “verdaderamente, era emocionante el entusiasmo con que hablaba de su santidad, de su poder y de su amor.”

Pero cuando se supero  fue el día inolvidable del 8 de diciembre de 1854, cuando el Papa Pío IX  definió, “en virtud de la autoridad de los santos apóstoles Pedro y Pablo y de la suya propia”, que “la bienaventurada  Virgen María fue preservada de toda mancha de pecado original desde el primer instante de su concepción” A pesar de su cansancio, quiso  cantar la misa mayor y uso por primera vez y con gran alegría una magnifica casulla de terciopelo  azul bordado en oro. El coro  y la nave lucían sus mejores adornos.

Por la tarde después de vísperas, “toda la parroquia fue en procesión a escuelo de los hermanos, donde el  señor cura bendijo una imagen de la Inmaculada, regalo suyo, levantada en el jardín”. Por la noche, aparecieron iluminados el campanario, las paredes de la Iglesia y las fachadas de las casas. Cerro la fiesta con una función religiosa, en la cual el párroco Vianney  tomo la palabra: ¡Que felicidad!¡Que felicidad!  Exclamaba al comenzar la homilía. Siempre lo había pensado que en  medio del  resplandor de las verdades católicas faltaba este rayo de luz. Era un vacio que no podía faltar en nuestra religión.

¡Una iluminación! era una novedad para los feligreses y para el mismo Cura. Antes de salir a contemplar aquella maravilla, el Santo en persona echó las campanas al vuelo; duró tanto el replique, “que acudieron de las parroquias vecinas, pensando que se trataba de un incendio” el Señor Cura paseaba gozoso entre los sacerdotes presentes y los Hermanos, a la luz de los blandones” aquella fiesta fue uno de los días más felices de su vida. Casi septuagenario, parecía haber vuelto a los veinte años. Jamás un hijo se ha mostrado más dichoso, al presenciar el  triunfo de su madre. Tan grande manifestación de júbilo, él mismo la había inspirado y organizado.

Releemos en silencio y oramos espontáneamente de acuerdo a lo leído.

 

Canto.

Desde el cielo una hermosa mañana (2)

la Guadalupana, la Guadalupana, la Guadalupana bajo al Tepeyac (2)

*Junto al monte pasaba Juan Diego (2)

Y acercase luego (3) al oír cantar

*Juan Dieguito, la Virgen le dijo (2)

Este cerro elijo (3) para hacer mi altar.

 

 

Oremos a María Santísima

María, la llena de Gracia, la madre del verdadero Amor, confiados en tu amor, por tu medio queremos agradecer todo lo que hemos recibido y pedir  la santidad para todos los sacerdotes, servidores y familias de todo el mundo, danos la paz  y permítenos vivir en unión fraternal.

 

1er Misterio. La Santa Virgen está entre su Hijo y nosotros. Aunque seamos pecadores, ella está llena de ternura y de compasión hacia nosotros. El niño que más lagrimas ha costado a su madre es  el más querido ¿no corre una madre siempre hacia el más débil y expuesto? Un medico en un hospital, ¿no presta más atención a los más enfermos?

Oremos a nuestra Santísima Madre para reine la paz en todo el mundo y en especial  México.

2do. Misterio. El hombre había sido creado para el cielo. El demonio rompió la escalera  que conducía a él, Nuestro Señor, por su pasión, ha construido otro para nosotros. La santísima Virgen esta en lo alto de la escalera y la sostiene con sus manos.

Roguemos por la Santidad y paz en todas las familias.

3er. Misterio. María, no me dejes ni un instante, quédate siempre a nuestro lado. Volvamos a ella con confianza y estaremos seguros de que, por muy pecadores que seamos, ella obtendrá para nosotros  la gracia de la conversión.

Oremos para que no permitamos entre en nuestras vidas la depresión y las faltas de amor.

4to. Misterio. Era sacerdote para todos, no sólo para los de su pueblo; sacerdote de Jesucristo para todos los hijos de Dios. Por eso, cuando algunos curas viejos o enfermos, como los de los pueblos vecinos,  no podían  atender bien sus parroquias, espontáneamente su compañero de Ars se ponía a sus órdenes.

Pidamos por todos nuestros sacerdotes para que María Santísima los sostenga en medio de las tentaciones y los anime a seguir firmes en el amor a Cristo.

5to. Misterio. Estaba profundamente convencido de que una persona es feliz cuando vive con Dios y que es infeliz sólo cuando esa persona libremente se ha separado de Dios porque desconoce el gran amor que Dios le tiene y ha dejado de escucharle.

Oremos para que   valoremos el tesoro de disfrutar en la presencia de Dios, en la Eucaristía.

 

 

 

Recemos la Corona de la Misericordia

Ofrezcamos la coronilla para que  aprendamos hacer la Voluntad de Dios a ejemplo de María Santísima y por la conversión de todos los pecadores.                                  De rodillas

                    Padre nuestro…Ave María… Credo…

En  las cuentas grandes antes de cada decena.

Padre eterno, te ofrezco el Cuerpo y la Sangre, el Alma y la Divinidad de tu amantísimo Hijo, nuestro Señor Jesucristo, como propiciación por nuestros pecados y los del mundo entero.

En las 10 cuentas pequeñas de cada decena.

Por su dolorosa Pasión, ten misericordia de nosotros y del mundo entero.

Jaculatoria para rezarse al final de cada misterio.

Oh Sangre y Agua que brotasteis del Sagrado Corazón de Jesús como una fuente de Misericordia para nosotros, Confiamos en Ti

Doxología final después de las cinco decenas.

Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros y del mundo entero ( veces)

Permanezcamos en Silencio unos momentos

 


Te amo oh mi Dios

Te amo, oh mi Dios, mi único deseo es amarte,

hasta el último suspiro de mi vida.

Te amo, oh infinitamente amoroso Dios,

Y prefiero morir amándote que vivir un instante sin Ti

Te amo, oh mi Dios y mi único  temor es el infierno

Porque ahí nunca tendría la dulce consolación de tu amor, oh mi Dios.

Si mi lengua no puede decir, cada instante que te amo,

Por lo menos quiero  que mi corazón lo prepita, cada vez que respiro.

Ah, da la gracia de sufrir mientras que te amo,

Y el día que me muera no solo amarte

Pero sentir que te amo.

Te suplico que mientras más cerca este de mi hora final

Aumentes y perfecciones mi amor en Ti

Amén.

 

San Juan María Vianney

 

 

Canto.

María Mírame,  María mírame,

Si tú me miras Él también me mirara

Madre mía guíame, de tu mano llévame

Muy cerca de Él que ahí me quiero quedar.

 

¡Unidos en la Eucaristía! 

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