Verdaderamente, este era Hijo de Dios  Hora Santa  Parroquia de San Pío X

Verdaderamente, este era Hijo de Dios Hora Santa Parroquia de San Pío X

Verdaderamente, este era Hijo de Dios

Hora Santa

Parroquia de San Pío X

 vive-en-mi

 

Se reza la Estación del Santísimo Sacramento…

 

 

Jesús que con tu amor por el hombre nos mostraste tu obediencia y la necesidad de hacer en todo la Voluntad de tu Padre, enséñanos a imitarte en todo, solo danos fortaleza y ánimo para cargar con la cruz de cada día. Te ofrecemos este tiempo en tu Presencia  por la conversión de todos los pecadores.

 

Lectura del Santo Evangelio según san Mateo 27,11-54                           De pie

 

Jesús compareció ante el procurador, y el procurador le pregunto: “¿Eres tú el rey de los judíos?” Respondió Jesús: “Tú lo dices”  Y, mientras los sumos sacerdotes y los ancianos le acusaban, no respondió nada. Entonces le dice Pilato: “¿No oyes de cuántas cosas te acusan?” Pero él a nada respondió, de suerte que el procurador estaba muy sorprendido.

 

Cada Fiesta, el procurador solía conceder al pueblo la libertad de un preso, el que quisieran. Tenían a la sazón un preso famoso, llamado Barrabás. Y cuando ellos estaban reunidos, les dijo Pilato: “¿A quién queréis que os suelte, a Barrabás o a Jesús, el llamado Cristo?”, pues sabía que le habían entregado por envidia.

 

Mientras él estaba sentado en el tribunal, le mandó decir su mujer: “No te metas con ese justo, porque hoy he sufrido mucho en sueños por su causa.”

 

Pero los sumos sacerdotes y los ancianos persuadieron a la gente para que pidiese la libertad de Barrabás y la muerte de Jesús. Y cuando el procurador  les dijo: “¿A cuál de los dos queréis que os suelte?”, respondieron: “¡A Barrabás!” Díceles Pilato: “Y ¿qué voy a hacer con Jesús, el llamado Cristo?” Dicen todos: “¡Sea crucificado”- “Pero ¿qué mal ha hecho?” preguntó Pilato. Mas ellos seguían gritando con más fuerza: “¡Sea crucificado!” Entonces Pilato, viendo que nada adelantaba, sino que más bien se promovía tumulto, tomó agua y se lavó las manos delante de la gente diciendo: “Inocente soy de la sangre de este justo. Vosotros veréis”  Y todo el pueblo respondió: “¡Su sangre sobre nosotros y sobre nuestros hijos!” Entonces le soltó a Barrabás; y a Jesús después de azotarle, se lo entrego para que fuera crucificado.

 

Entonces los soldados del procurador llevaron consigo a Jesús al pretorio y reunieron alrededor de él a toda la cohorte. Le desnudaron y le echaron encima un manto de púrpura,  y trenzando una corona de espinas, se la pusieron sobre la cabeza, y en su mano derecha una caña; y doblando la rodilla delante de él, le hacían burla diciendo: “¡Salve, Rey de los judíos!” y después de escupirle, cogieron la caña  y le golpearon en la cabeza. Cuando se hubieron burlado  de él, le quitaron el manto, le pusieron sus ropas y le llevaron a crucificar.

 

Al salir, encontraron a un hombre de Cirine llamado Simón, y le obligaron a llevar su cruz. Llegados a un lugar llamado Gólgota, esto es, “Calvario”, le dieron a beber vino mezclado con hiel; pero él,  después de probarlo, no quiso beberlo. Una vez que le crucificaron se repartieron sus vestidos, echando a suertes. Y se quedaron  sentados allí para custodiarle.

Sobre su cabeza pusieron, por escrito, la causa de su condena: “Este es Jesús, el rey de los judíos” Y al mismo tiempo que a él crucifican a dos  salteadores, uno a la derecha y otro a la izquierda.

 

Los que pasaban por allí le insultaban meneando la cabeza y diciendo: “Tú que destruyes  el Santuario y en tres días lo levantas, ¡sálvate a ti mismo, si eres hijo de Dios, y baja de la cruz!” Igualmente los sumos sacerdotes junto con los escribas y los ancianos se burlaban de él diciendo: “A otros salvo y a sí mismo no puede salvarse. Rey de Israel es: que baje ahora de la cruz, y creeremos en él. Ha puesto su confianza en Dios; que le salve ahora, si es que de verdad le quiere; ya que dijo: “Soy hijo de Dios” De la misma manera le injuriaban también los salteadores crucificados con él.

 

Desde la hora sexta hubo oscuridad sobre toda la tierra hasta la hora nona. Y alrededor de la hora nona clamó Jesús con fuerte voz: “¡Eli, Eli! ¿lemá sabactani?”, esto es: “¡Dios mío, Dios mío! ¿Por qué me has abandonado?” AL oírlo algunos de los que estaban allí decían: “A Elías llama éste”

Y enseguida uno de ellos fue corriendo a tomar una esponja, la empapó en vinagre y, sujetándola a una caña, le ofrecía de beber. Pero los otros dijeron: “Deja, vamos a ver si viene Elías a salvarle.” Pero Jesús, dando de nuevo un fuerte grito, exhaló el espíritu.

 

En esto, el velo del santuario se rasgó en dos, de arriba abajo; tembló la tierra y las rocas se hendieron. Se abrieron los sepulcros, y muchos cuerpos de santos difuntos resucitaron. Y, saliendo de los sepulcros después de la resurrección de él, entraron en la Ciudad Santa y se aparecieron a muchos. Por su parte, el centurión y los que con él estaban guardando a Jesús, al ver el terremoto y lo que pasaba, se llenaron de miedo y dijeron: “Verdaderamente este era hijo de Dios.”

 

Había allí muchas mujeres mirando desde lejos, aquellas que habían seguido a Jesús desde Galilea para servirle. Entre ellas estaban María Magdalena, María la madre de Santiago y de José, y la madre de los hijos de Zebedeo.

 

Palabra del Señor

Compartimos la frase que más nos llegue al corazón.

 

 

Canto

Dios amo al mundo que nos dio a su Hijo

Tanto amo al mundo que nos dio a su Hijo

Para que todo aquel que crea en Él, no perezca más tenga vida eterna

//Dios amo al mundo que a su Hijo nos dio//

 

 

A ti encomiendo mi causa

Intimidad Divina P. Gabriel Sta. Ma. Magdalena  O.C.D.

 

El lamento de Jeremías perseguido resuena en la Liturgia cuaresmal como expresión del sufrimiento de Cristo, rechazado, calumniado, odiado a muerte. Pero al contrario de Jeremías, Jesús no invoca la venganza ni procura sustraerse a sus enemigos. Verdad es que el Evangelio afirma varias veces que “se les escabullo de las manos” (Jn. 10,39), esto se explica únicamente porque aún no ha llegado la hora fijada por el Padre. En espera de esta hora, entre los insultos de los judíos, las amenazas de detenerlo, Jesús continúa su obra de evangelización y “muchos acudieron a él” El sabe que le espera la cruz, sabe que las afirmaciones acerca de su divinidad y la resurrección de Lázaro irritaran todavía más a sus opositores y harán que los acontecimientos se precipiten, pero con serenidad y libertad soberanas prosigue su obra. Le sostiene la confianza en el Padre: “a ti encomendé mi causa” (Jer. 20,12)

 

A ti encomendé mi cauda. Esta es la actitud de confianza en Dios que debe adoptar y sostener el cristiano en la hora del dolor, de la persecución. “No es el siervo más que su amo. Si a mí me han perseguido, también  a vosotros os perseguirán” Quien se proponga vivir a fondo el Evangelio, defender la verdad, hacer el bien, no podrá evitar la contradicción de ese mundo que se opuso a Cristo. T permitiéndolo Dios, pueden añadirse todavía sufrimientos e incomprensiones por parte de otras fuentes de oposición, tal vez por parte de los buenos, de los amigos, hasta de los familiares o de los hermanos que comparten nuestro mismo ideal. El  cristiano no se escandaliza, sabe que la cruz es parte esencial de la herencia y del seguimiento de Cristo, sabe que como Cristo salvó al hombre con la cruz, el hombre entra en el camino de la salvación y coopera a la salvación del mundo llevando su propia cruz.

 

Releemos en silencio y oramos espontáneamente de acuerdo a lo que leímos.

 

 

Canto

//¿Cómo pagarle al Señor todo el bien que me ha hecho?

Alzare siempre la copa de la salvación

Invocaré su Nombre en su presencia caminare

Porque escucho mi clamor y mi voz suplicante,

Gracias Dios por tu amor.

 

Vuelve alma mía al reposo recobra tu calma

Porque el Señor es bueno en cuanto ha hecho por ti

Te ha librado de la  muerte  de la caída tus pasos

Cumple con fidelidad tu promesa al Señor,

Gracias Dios por tu amor//

 

 

Oremos a María Santísima

Virgen del dolor y de la esperanza en depositamos todas nuestras necesidades para que intercedas por nosotros ante tu Hijo.

 

1er. Misterio. Se abre la Semana santa con el recuerdo de la entrada triunfal de Cristo en Jerusalén, que se verificó exactamente el domingo, antes de la Pasión. Jesús que se había opuesto siempre a toda manifestación pública y que huyó cuando el pueblo quiso proclamarlo rey, hoy se deja llevar en triunfo. Sólo ahora, que esta para ser llevado a la muerte, acepta su aclamación pública como Mesías, precisamente porque muriendo en la cruz será, plenísimamente, el Mesías, el Redentor, el Rey y el Vencedor.

Pidamos por  la conversión de todos los pecadores.

 

2do. Misterio.  Acepta ser reconocido como Rey, pero como un Rey con características inconfundibles: humilde y manso, que entra en la ciudad santa montado en un asnillo, que proclamará su realeza sólo ante los tribunales y aceptará que se ponga la inscripción de su título de rey solamente en la cruz.

Pidamos por la conversión de todos los pecadores.

 

3er. Misterio. La entrada jubilosa en Jerusalén constituye el homenaje espontaneo del pueblo de Jesús, que se encamina, a través de la Pasión y de la muerte, a la plena manifestación de su Realeza divina. Aquella muchedumbre aclamarte no podía abarcar todo el alcance de su gesto, pero la comunidad de los fieles que hoy lo repiten si puede comprender su profundo sentido. “Tú eres el Rey de Israel y el noble hijo de David, tú que vienes, Rey bendito en nombre del Señor…nosotros celebramos tu gloria. ¡Oh Rey eterno!

Pidamos por la conversión de todos los pecadores.

 

 4to. Misterio. La liturgia invita a fijar la mirada en la gloria de Cristo rey eterno, para que los fieles estén preparados para comprender mejor el valor de su humillante Pasión, camino necesario para la exaltación suprema. No se trata, pues, de acompañar a Jesús en el triunfo de una hora, sino de seguirle al Calvario, donde, muriendo en la cruz, triunfará para siempre del pecado y de la muerte.

Pidamos por la conversión de todos los pecadores.

 

5to. Misterio. Estos son los sentimientos que la Iglesia expresa cuando, al bendecir los ramos, ora para que el pueblo cristiano complete el rito externo “con devoción profunda, triunfando del enemigo y honrando de todo corazón la misericordia obra de salvación del Señor. No hay un modo más bello de honrar la Pasión de Cristo que conformándose a ella para triunfar con Cristo del enemigo, que es el pecado.

Pidamos por la conversión de todos los pecadores.

 

 

 

Recemos la Coronilla de la Misericordia       De rodillas o de  pie

Padre nuestro…Ave María… Credo…

En  las cuentas grandes antes de cada decena.

Padre eterno, te ofrezco el Cuerpo y la Sangre, el Alma y la Divinidad de tu amantísimo Hijo, nuestro Señor Jesucristo, como propiciación por nuestros pecados y los del mundo entero.

En las 10 cuentas pequeñas de cada decena.

Por su dolorosa Pasión, ten misericordia de nosotros y del mundo entero.

Jaculatoria para rezarse al final de cada misterio.

Oh Sangre y Agua que brotasteis del Sagrado Corazón de Jesús como una fuente de Misericordia para nosotros, Confiamos en Ti

Doxología final después de las cinco decenas.

Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros y del mundo entero

 (3 Veces) 

 

 

Oremos en Silencio

 

 

Permanezcamos en silencio  unos momentos

 

Escuchemos lo que nos dice el Señor:

“Verdaderamente, este era el Hijo de Dios”

 

 

 

 

Leemos y meditamos en silencio

 

 

“Cruz adorada, finalmente te abrazo, tú eras el suspiro de mi corazón, el martirio de mi amor; pero tú, Oh Cruz haz tardado tanto, mientras que mis pasos siempre hacia ti se dirigían. Cruz santa, tu era la meta de mis deseos, la finalidad de mi existencia sobre la tierra. En Ti yo concentro todo mi ser, en tu pongo mis hijos, tú serás su vida, su Luz, su defensa, tú serás quien me los cuide y les des fuerza, tú los sostendrás en todo, y me los conducirás gloriosos al cielo.

 

Oh Cruz, cátedra de sabiduría, solo tu enseñaras la verdadera santidad, tu formaras los héroes, los atletas, los mártires, los santos. Cruz hermosa, tu eres mi trono y teniendo yo que abandonar la tierra, te quedaras tu en mi lugar; a ti te doy como dote a todas las almas; ¡Cuídalas, sálvamelas, a ti te las confío!

 

“Amor mío, Cruz amada, mi precioso lecho; tú has sido durante toda mi vida, mi martirio, y ahora eres mi descanso; Oh Cruz, recíbeme pronto en tus brazos; estoy esperando con impaciencia. Cruz santa, en ti le daré cumplimiento a todo. ¡De prisa, haz que se cumplan mis ardientes deseos que hacen que me consuma por  darles vida a las almas, vida que llevara tu sello, Oh Cruz! ¡No tardes más, que con ansia espero extenderme sobre ti, para abrirles el cielo a todos mis hijos y cerrar el infierno! Cruz, es cierto que tu eres mi batalla, pero también eres mi Victoria y mi triunfo completo y en ti les concederé abundantes herencias, victorias, triunfos y coronas a mis hijos”

 

 

 

Revelaciones a Luisa Picarreta

Las Horas de la Pasión de nuestro Señor Jesucristo

 

 

¡¡¡Unidos en la Eucaristía!!!

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