“Cuando los sacerdotes no son noticia”. Papa Francisco Oremos por las necesidades de todos los sacerdotes del mundo en especial por: P. Eduardo Contreras, P. Mario García y P. Juan Rodríguez y los sacerdotes de nuestra diócesis que recibirán cambio de Iglesia.

“Cuando los sacerdotes no son noticia”. Papa Francisco Oremos por las necesidades de todos los sacerdotes del mundo en especial por: P. Eduardo Contreras, P. Mario García y P. Juan Rodríguez y los sacerdotes de nuestra diócesis que recibirán cambio de Iglesia.

“Cuando los sacerdotes no son noticia”. Papa Francisco

Oremos por las necesidades de todos los sacerdotes del mundo en especial por:

P. Eduardo Contreras, P. Mario García y P. Juan Rodríguez y los sacerdotes de

nuestra diócesis que recibirán cambio de Iglesia.

 

Hora santa

Parroquia de San Pío X

Jesús sumo sacerdote

 

 

Se reza la Estación del Santísimo

Sacramento…

 

 

Padre eterno, tú que has guiado a tu pueblo por medio de los sacerdotes y que a través de ellos has infundido en nosotros tu amor y nos has dado a comer el Manjar de manjares, el Pan celestial que nos conduce por el camino de la plenitud, ponemos en tus santísimas manos todas sus necesidades en especial al P. Eduardo Contreras, P. Mario García y P. Juan Rodríguez, llena su corazón de Ti, ilumínalos para que sigan mostrando tu rostro divino y dando testimonio de tu amor. Mamita María intercede por ellos.

 

Lectura de la 2 Samuel 5, 1-7.10

Vinieron todas las tribus de Israel donde David a Hebrón y le dijeron: “Mira hueso tuyo y carne tuya somos nosotros. Ya de antes, cuando Saúl era nuestro rey, eras tú el que dirigías en la práctica la vida de Israel. Además Yahvé te ha dicho: Tú apacentarás a mi pueblo Israel, tú serás el caudillo de Israel” Vinieron, pues, todos los ancianos de Israel donde el rey, a Hebrón. El rey David sello un pacto con ellos en Hebrón, con Yahvé como testigo, y ungieron a David como rey de Israel.
David tenía treinta años cuando comenzó a reinar, y reinó cuarenta años. Reinó en Hebrón sobre Judá siete años y seis meses. Reinó en Jerusalén sobre todo Israel y sobre Judá treinta y tres años.
Marchó el rey con sus hombres hacia Jerusalén, para atacar a los Jebuseos que habitaban aquella tierra. Dijeron estos a David: “No estarás aquí, pues hasta los ciegos y cojos bastan para rechazarte” (querían decir: no entrará David aquí) Pero David conquistó la fortaleza de Sión, que es la ciudad de David.
David iba medrando, y Yahvé, el Dios Sebaot, estaba con él.

Palabra del Señor.

Releemos en silencio y compartimos la frase que más nos llegue al corazón.

Canto
Dios está aquí, tan cierto como el aire que respiro
Tan cierto como yo te hablo y me puedes oír…

 

Cuando los sacerdotes no son noticia

No son noticia en los periódicos, pero dan fuerza y esperanza a los hombres: son todos los obispos y sacerdotes «anónimos» que siguen ofreciendo su vida en nombre de Cristo al servicio de las diócesis y las parroquias. Por esos sacerdotes «valientes, santos, buenos y fieles» los invito a rezar.

En el segundo libro de Samuel, narra la unción del rey David. «Hemos escuchado la historia de esa reunión» en Hebrón, cuando «todas las tribus de Israel fueron a ver a David para proponerle que fuera su rey». En efecto, «David era rey de Judá, pero el reino estaba dividido». Todos los ancianos del pueblo «vieron que el único que podía» ser rey «era David». Así, «fueron a verlo para sellar una alianza». Juntos, «seguramente hablaron, discutieron sobre cómo establecer la alianza. Y, al final, decidieron proclamarlo rey». Pero «esa decisión, digamos, no era una decisión democrática»; más bien, era una decisión unánime: «tú eres rey».

«Ese fue el primer paso. Después llegó el segundo: el rey David selló una alianza con ellos», y los ancianos del pueblo «ungieron a David como rey de Israel». He aquí, pues, la importancia de la unción. «Sin esa unción, David habría sido solamente el jefe, el organizador de una empresa que llevaba adelante esa sociedad política, que era el reino de Israel». En cambio, «la unción era otra cosa»; y precisamente «la unción consagró a David como rey».

«¿Cuál es la diferencia entre ser un organizador político del país y ser un rey ungido?». Cuando David, «fue ungido rey de Judá por Samuel, era pequeño, era un niño. Dice la Biblia que, tras la unción, el Espíritu del Señor descendió sobre David». Y así «la unción hace que el Espíritu del Señor descienda sobre una persona y esté con ella». También el pasaje propuesto por la liturgia, «dice lo mismo: David iba aumentando su fuerza y el Señor, Dios de los ejércitos, estaba con él».

La actitud de David ante el rey Saúl, «que quería matarlo por celos, por envidia». David «tuvo la oportunidad de matar al rey Saúl, pero no quiso hacerlo: jamás tocaré al ungido del Señor, es una persona elegida por el Señor, ungida por el Señor». En sus palabras, está el «sentido de la sacralidad de un rey».

«En la Iglesia hemos heredado esto en la persona de los obispos y los sacerdotes». En efecto, los obispos «no son elegidos solamente para llevar adelante una organización que se llama Iglesia particular. Son ungidos, tienen la unción, y el espíritu del Señor está con ellos». Todos los obispos, «somos pecadores, todos, pero estamos ungidos». Y «todos queremos ser cada día más santos, más fieles a esta unción». «Lo que edifica a la Iglesia, lo que da unidad a la Iglesia, es la persona del obispo, en nombre de Jesucristo, porque está ungido, no porque fue votado por la mayoría, sino porque está ungido».

Precisamente «en esta unción la Iglesia particular tiene su fuerza, y por participación, también los sacerdotes están ungidos: el obispo les impone las manos y los unge». Así, los sacerdotes,  «llevan adelante las parroquias y muchos otros trabajos». Es la unción la que acerca al Señor obispos y sacerdotes, que «son elegidos por el Señor». Por lo tanto, «esta unción es para los obispos y para los sacerdotes su fuerza y alegría». Fuerza,  porque precisamente en la unción «encuentran la vocación para guiar al pueblo, para ayudar al pueblo» y para «vivir al servicio del pueblo». Y también alegría, «porque se sienten elegidos por el Señor, protegidos por el Señor con el amor con que el Señor nos protege a todos nosotros».

«Cuando pensamos en los obispos y en los sacerdotes —todos son sacerdotes, porque este es el sacerdocio de Cristo: obispo y sacerdote—, debemos concebirlos así: ungidos». De lo contrario, «no se comprende la Iglesia». Pero «no sólo no se la comprende, sino que tampoco puede explicarse cómo la Iglesia va adelante solamente con las fuerzas humanas». Una «diócesis va adelante porque tiene un pueblo santo, tiene muchas cosas, y también tiene a un ungido que la guía, que la ayuda a crecer». Esto mismo vale para una parroquia, que «va adelante porque tiene muchas organizaciones, tiene muchas cosas, pero también porque tiene a un sacerdote: un ungido que la guía».

Nosotros sólo recordamos «una mínima parte de cuántos obispos santos, cuántos sacerdotes, cuántos sacerdotes santos» han dedicado toda «su vida al servicio de la diócesis, de la parroquia». Y, por consiguiente, «de cuánta gente ha recibido la fuerza de la fe, la fuerza del amor, la esperanza, de estos párrocos anónimos, a quienes no conocemos. Y son muchos». Son «párrocos de campo o párrocos de ciudad que, con su unción, han dado fuerza al pueblo, le han transmitido la doctrina, le han dado los sacramentos, es decir, la santidad».
Ustedes podrían objetar: «Pero padre, he leído en un diario que un obispo hizo tal cosa o que un sacerdote hizo tal otra». Pero, «Sí, yo también lo he leído. Pero dime: ¿se publican en los diarios las noticias de lo que hacen muchos sacerdotes, muchos sacerdotes en tantas parroquias de ciudad o de campo? ¿La gran obra de caridad que hacen? ¿El gran trabajo que hacen para guiar a su pueblo?». No, «No, ésta no es noticia». Vale siempre, el conocido proverbio según el cual «hace más ruido un árbol que cae que un bosque que crece».

Les invito a pensar «en esta unción de David» y, en consecuencia, «en nuestros obispos y en nuestros sacerdotes valientes, santos, buenos y fieles». Y pidió rezar «por ellos: gracias a ellos hoy estamos aquí, son ellos quienes nos han bautizado».

Releemos en silencio y oramos espontáneamente de acuerdo a lo que leímos.

 

 

 

Canto
Demos gracias al Señor,
Demos gracias,
Demos gracias al Señor (2)

Por las mañanas las aves cantan
Las alabanzas a Cristo Salvador (2)

Y por las tardes las flores cantan
Las alabanzas a Cristo Salvador (2)

Y por las noches los cielos cantan
Las alabanzas a Cristo Salvador (2)

Y a todas horas los hombres cantan
Las alabanzas a Cristo Salvador (2)

 

Oremos unidos a María Santísima
Madre santísima, tú que eres Reyna y Madre de todos los sacerdotes a sabiendas de que los amas de una manera tan especial hoy te los consagramos a tu divino Corazón y te pedimos que intercedas por todas sus necesidades, de manera muy especial a los veintinueve sacerdotes de nuestra diócesis que están siendo removidos de sus Iglesias donde están sirviendo con tanto amor síguelos guiando y llenando de tu amor.

 

1er. Misterio. El sacerdote es el hombre del santuario, guardián del Arca, es él quien acoge a los fieles en la casa de Yahvé, su acto esencial es el sacrificio; En él aparece en la plenitud de su papel de Mediador: presenta a Dios la ofrenda de los fieles trasmite a la bendición divina.
Oremos para que siempre seamos agradecidos y correspondamos a su entrega, a sus enseñanzas y sobre todo al cariño con que trabajan por su pueblo.

2do. Misterio. Una vez al año aparece el sumo sacerdote en su función de mediador supremo, oficiando el día de la expiación, por el perdón por todas las faltas del pueblo, encargado también de los ritos consagración y de la purificación: la unción regia.
Oremos para que descubramos en todos los sacerdotes la presencia de Cristo, que vela por el bien de todos.

 

3er.Misterio. La misión sacerdotal comporta exigencias muy altas: Culto puro y fidelidad a la Palabra, o dicho de otra manera la santidad sacerdotal. Por lo que se espera de ellos la realización del Sacerdocio perfecto de Cristo.
Oremos por todos los sacerdotes para que sean Santos como nuestro Padre celestial es Santo.

 

4to. Misterio. La vida sacerdotal es una vida de renuncia: a todo lo que le ofrece el mundo, lujos, comodidades, familia…todo, por amor a Dios y la salvación del pueblo de Dios; esta entrega y donación pocas veces es valorada y reconocida, pues su servicio es en silencio y en la soledad.
Oremos para que Valoremos a todos los sacerdotes por su ardua labor y sacrificio.

 

5to. Misterio. Con frecuencia el sacerdote que se asemeja más a Cristo en santidad es víctima de persecuciones, calumnias, difamaciones…por personas que buscan empañar su labor, sin pensar que es a Cristo a quien ofenden.
Oremos por todos aquellos sacerdotes que sufre persecuciones, enfermedad… para que encuentren en el Corazón de Jesús todo consuelo.

Canto
Danos un corazón
Grande para amar;
Danos un corazón
Fuerte para luchar.

 

Hombres nuevos creadores de la historia,
Constructores de nueva humanidad.
Hombres nuevos que viven la existencia,
Como riesgo de un largo caminar.

 

Hombres nuevos luchando en esperanza
Caminantes sedientos de verdad.

 

Recemos la Coronilla de la Misericordia De rodillas o de pie

Padre nuestro…Ave María… Credo…
En las cuentas grandes antes de cada decena.
Padre eterno, te ofrezco el Cuerpo y la Sangre, el Alma y la Divinidad de tu amantísimo Hijo, nuestro Señor Jesucristo, como propiciación por nuestros pecados y los del mundo entero.

En las 10 cuentas pequeñas de cada decena.
Por su dolorosa Pasión, ten misericordia de nosotros y del mundo entero.
Jaculatoria para rezarse al final de cada misterio.

Oh Sangre y Agua que brotasteis del Sagrado Corazón de Jesús como una fuente de Misericordia para nosotros, Confiamos en Ti

Doxología final después de las cinco decenas.
Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros y del mundo entero
(3 Veces)

Oremos en Silencio

Por las necesidades en todo el mundo en especial por la paz en  todo el mundo.

 

 

Los momentos que nos quedan reparemos el Corazón de Jesús que sufre por todos los sacrilegios cometidos en las diversas Iglesias del mundo y por todos los que cometen comuniones y confesiones sacrílegas, oremos para que el Espíritu Santo, les dé luz y conversión y a todos nos permita realizar buenas y sinceras confesiones.
Repetimos varias veces esta jaculatoria, para reparar su Corazón:

Cuerpo y Sangre de Jesús, os quiero, os amo y os adoro.
Os pido perdón y misericordia por todos los sacrilegios cometidos.

 

 

¡¡¡Unidos en la Eucaristía!!!

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1 Comentario

  1. bernardo osorio perez

    es indudable el trabajo que usted realiza en compañia de su equipo, ruego a Dios tambien por tantos sacerdotes santos, ya que como lo dice en la reflexion,sacerdotes que al reconciliarnos co Dios nos ofrecen con sus labios la salvacion que Jesus en person de sacerdotes nos dan el maravilloso don del perdon y la santa Eucaristia unidos nada se da sin uno del otro amen amen amen

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