Yo soy la Resurrección y la Vida.  Hora Santa  Parroquia de San Pío X

Yo soy la Resurrección y la Vida. Hora Santa Parroquia de San Pío X

Yo soy la Resurrección y la Vida.

Hora Santa

Parroquia de San Pío X

  alimento-eterno

 

Se reza la Estación del Santísimo Sacramento…

 

Jesús, que en tu inmenso amor, quisiste dar a Lázaro, la vida y así una nueva oportunidad para disfrutar tu compañía, tus enseñanzas y realizar tus encomiendas, danos vida para que cada día aumente en nosotros el deseo de estar en tu compañía, aprendamos y hagamos vida tus enseñanzas y así tengamos la fuerza de tu Espíritu para realizar tu encomienda de servir y amar a los hermanos. Ponemos en tus santísimas manos a todas las familias del mundo.

 

Lectura del santo Evangelio según san Juan 11, 1-45

 Había un enfermo, Lázaro, de Betania, pueblo de María y de su hermana Marta. María era la que ungió al Señor con perfumes y le seco los pies con los cabellos; su hermano Lázaro era el enfermo. Las hermanas enviaron a decir a Jesús: “Señor, aquel a quien tú quieres, está enfermo” Al oírlo Jesús, dijo: “Esta enfermedad no es de muerte, es para la gloria de Dios, para  que el Hijo de Dios sea glorificado por ella”

Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro.

Cuando se enteró de que estaba enfermo, permaneció dos días más en el lugar donde se encontraba. Al cabo de ellos,  dice a sus discípulos: “Volvamos de nuevo a Judea” Le dicen los discípulos: “Rabbí, hace poco los judíos querían apedrearte, ¿y vuelves allí? Jesús respondió:

 

“¿No son doce las horas del día? Si uno anda de día, no tropieza, porque ve la luz de este mundo; pero si uno anda de noche, tropieza, porque no está la luz en él”

 

Dijo esto y añadió: “Nuestro amigo Lázaro duerme; pero  voy a despertarle”  Le dijeron los discípulos: “Señor, si duerme, se curará”  Jesús lo había dicho de su muerte, pero ellos creyeron que hablaba del descanso del sueño. Entonces Jesús les dijo abiertamente “Lázaro ha muerto, y me alegro por vosotros de no haber estado allí, para que creáis. Pero vayamos allá.”

 

Entonces Tomás, llamado el Mellizo, dijo a los otros discípulos: “Vayamos  también nosotros a morir con él”  Cuando llego Jesús, se encontró  con que Lázaro llevaba ya cuatro días en el sepulcro. Betanía estaba cerca de Jerusalén como a unos quince estadios, y muchos judíos habían venido a casa de Marta y María para consolarlas por su hermano. Cuando Marta supo que había venido Jesús, le salió al encuentro, mientras María permanecía en casa.

Dijo Marta a Jesús: “Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano. Pero aún ahora yo sé que cuanto pidas a Dios, Dios te lo concederá.”  Le dice Jesús: “Tú hermano resucitará” Le respondió Marta: “Ya sé que resucitará en la resurrección, el último día.” 

 

Jesús le respondió:
“Yo soy la resurrección, El que cree en mi, aunque muera, vivirá” y todo  el que vive y cree en mí, no morirá jamás ¿Crees esto?”

 

Le dice ella: “Si Señor, yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que iba a venir al mundo”

 

Dicho esto, fue a llamar a su hermana María y le dijo al oído: “El Maestro está ahí y te llama” Ella, en cuanto lo oyó, se levantó rápidamente, y se fue hacia él. Jesús todavía no había llegado al pueblo; sino que seguía en el lugar donde Marta lo había encontrado. Los judíos, que estaban con María en casa consolándola, al ver que se levantaba rápidamente y salía, la siguieron pensando que iba al sepulcro para llorar allí.

Cuando  María llegó donde estaba Jesús, al verle cayó a sus pies y le dijo: “Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto.” Viéndola llorar Jesús y que también lloraban los judíos que la acompañaban, se conmovió interiormente, se turbó y dijo: “¿Dónde lo habéis puesto?” Le responden: “Señor, ven y lo verás”.” Jesús derramo lágrimas. Los judíos entonces decían: “Mirad cómo le quería.” Pero algunos de ellos dijeron: “Éste, que abrió los ojos del ciego, ¿no podía haber hecho que este no muriera?” Entonces Jesús se conmovió de nuevo en su interior y fue al sepulcro. Era una cueva, y tenía puesta encima una piedra. Dice Jesús: “Quitad la piedra” Le responde Marta, la hermana del muerto: “Señor, ya huele; es el cuarto día.” Le dice Jesús: “¿No te he dicho que, si crees verás la gloria de Dios?”    Quitaron, pues,  la piedra. Entonces

 

Jesús levantó los ojos a lo alto y dijo:

“Padre, te doy gracias por haberme escuchado. Ya sabía que tu siempre me escuchas; pero lo he dicho por estos que me rodean, para que crean que tú me has enviado.”

 

Dicho esto, gritó con fuerte voz: “¡Lázaro, sal fuera!” Y salió el muerto, atado de pies y manos con vendas y envuelto el rostro en un sudario. Jesús les dice: “Desatadlo y dejadle andar.”

 

 Palabra del Señor.

Releemos en silencio y compartimos la frase que más nos llegue al corazón.

 

 

 

Canto

Yo soy la resurrección, Yo soy la vida, el que crea en mí

Aunque muriera, tendrá vida eterna.

 

Yo lo resucitare, yo lo resucitare, yo lo resucitare en el día final.

 

Si Señor yo creo que tu eres el  Cristo, el Hijo de Dios

Que vino al mundo para salvarnos.

 

 

 

Tengo sed

Del Sinaí al Calvario.   Catalina Rivas

 

Me tienes a Mí aquí, frente a ti, abrazado a mi Cruz redentora, para enseñarles a cargar la suya. Los invito a ser corredentores Conmigo, reparando sus propios pecados y los de todos los hombres. Sepan que esta forma de cargar la cruz se refleja en la conducta, cuando frente a ustedes tienen contrariedades y dolores y a  través de ellos se acercan a Mi y sacan utilidad de ellos para testimoniar ante los hombres, cuando abrazan su cruz y desde allá pueden sentir que lo único que desean es fortaleza, porque la sed de almas los abrasa a ustedes.

“Tengo sed” Si, tenía la boca y la lengua secas, estaba deshidratado y la fiebre Me quemaba, por eso tomaron una lanza y con un estropajo, pusieron en mis labios  hiel y vinagre, para burlarse aún más cuando se me ampollase la boca. Cuando dije tengo sed, aún tenía la vista fija en mi Madre, en Juan y un poco más allá, en la mujer pecadora que ante semejante visión, ni siquiera se sentía digna de acercarse para tocarme compadecida. Tal era el sentimiento de culpa que la embargaba, que se limitaba a llorar mirándome con impotencia ¡Bendita Magdalena, que permaneciste al pie de Mi Cruz dejando que tus lágrimas se mezclaran con la Sangre redentora que iba cayendo en tierra.

Por tu amor y tu dolor fuiste redimida y premiada con Mi primera aparición ante los hombres. Por haber amado tanto, tus pecados fueron lavados y quiso el Padre premiar tu conversión y tu sacrificio, colocándote en los altares junto a mi Madre y a Juan,  para que todos los que se creían “justos y sabios” se inclinasen luego ante la que condenaban y así se cumpla el Magníficat de María al decir que Dios  “enaltece a los humildes y que a los “hambrientos los colma de bienes”.

Jesús tiene sed de nosotros, sed de almas, sed de que entendamos todo, el infinito valor de aquello que estaba sucediendo. Quien ha sentido alguna vez verdadera sed… sed de ingerir liquido, sabe lo que eso significa… Dentro de las necesidades humanas, quizá la sed  sea la más apremiante, y mucho más aún en situaciones de fatiga extrema…Pienso que fue precisamente por eso  que el Señor lo dijo…. Quien tiene sed no puede esperar para satisfacerla, es un ansia que devora… Jesús tenía sed de vernos unidos en torno a sus enseñanzas, tenía sed de ver una Iglesia unida y no dividida, “porque en este grupo hay mejores cantos o los predicadores hablan más bonito y en un lenguaje más moderno que los otros… porque estos trabajan con ese padrecito y esos  otros con aquel… porque este grupo es muy pleitista, en cambio el otro se identifica más con los pobres… porque aquí no se me da el espacio que merezco y allá si…

Tenía sed de ver a todos los que proclamamos a Cristo Salvador nuevo, unidos por el amor y no separados por los intereses mezquinos, egoístas, materiales. Quería que aquellas bienaventuranzas proclamadas con toda la fuerza y la dulzura de su Corazón un día, como el único camino de salvación para los hombres, hicieran carne en los nuestros. Tenía sed, en fin, de vernos ayudándonos de hombre a hombre, de comunidad en comunidad, de parroquia en parroquia, de apostolado a apostolado, no compitiendo ni destruyéndonos como su fuésemos enemigos políticos que van en busca de un botín.

Tenía sed de ver a sus Obispos y  sacerdotes uniendo, edificando, derramando Misericordia, ayudando, apoyando, aconsejando, alentando a los pecadores laicos, que muchas veces no sabemos por dónde empezar a trabajar, porque nos ponen cargas que muchos de ellos no pueden levantar, con todo el camino que llevan recorrido, supuestamente tratando de crecen en la fe.

Quería gritarle al hombre que venga tal como él y que beba de Mi sed, de esa corriente de dolor que nacía del amor mismo. Tenía sed de ver que todos los niños tuvieran un hogar feliz, no un padre o una madre alcohólica. Sed de los jóvenes que habrían de entregarle su vida renunciando al mundo. De mujeres que tomando de ejemplo a otras mujeres, edificásemos –comenzando por la Iglesia domestica-      una sociedad más justa y con mas valores morales, enseñando a los hijos y los ajenos a tener  a Dios  como principio y fin de nuestro paso por la tierra.

Tengo sed de oración, de paz en las familias, en las comunidades, en el mundo entero, sed de saber que todos responderán a mi llamado un día, sed de almas generosas que se ofrezcan como  “Pararrayos”   de la justicia Divina, para salvar a las otras almas.

Sigue las huellas de mi Sangre para que te dirijas siempre hacia  Mi Y si alguno de tus verdugos comienza a golpearte de frente, no te cubras la cara contra el insulto o el golpe, ni trates de defenderte…Ofrécele también las espaldas, para que el mundo te reconozca  mía por tus heridas, porque te aseguro que quienes te golpeen serán los mismos que me golpearon a Mi ¡Alégrate por estar entre los que pertenecen a Jesús!

Hagamos unos momentos de silencio

Releemos y oramos espontáneamente de acuerdo a lo que leímos.

 

 

Canto.

Como el ciervo que a las fuentes de agua fresca va veloz,

Los anhelos de mi alma van en pos de Ti Señor

 

Señor, ven a nuestras almas, que por ti suspiran, ven Señor

 

Del Señor Dios de los cielos tiene sed mi corazón

Cuando al fin, podrá este ciervo ver tu rostro, gran Señor.

 

Con canciones de alabanza, con canciones en su honor

Jubiloso he de acercarme a la mesa del Señor.

 

 

Oremos a nuestra Madre María santísima

Madre de la Vida, ora por nosotros ara que aprendamos a valorar la vida que Dios quiere darnos, o nos da, que seamos capaces de comprender que las oportunidades que se nos dan, no son para “hacer más en el Mundo” sino para trabajar por instaurar el Reino de Dios entre nosotros.

 

1er. Misterio. Entre las resurrecciones obradas por Jesús, la de Lázaro tiene una importancia capital, sea porque se trata de un muerto de cuatro días de enterrado en el sepulcro, sea porque la acompañan hechos y discursos que la convierten en signo particular del poder mesiánico del Salvador.

Pidamos para que Jesús vuelva a nuestra Iglesia a la vida de la gracia.

 

2do. Misterio. La respuesta que Jesús da a quienes le anuncian la enfermedad de Lázaro: “Esta enfermedad no acabara en la  muerte, sino que servirá para la gloria de Dios” su demora en llegar a Betanía y por último, la declaración imprevista “Lázaro ha muerto” manifiestan que el hecho estaba ordenado a glorificar a Jesús “resurrección y vida” y al mismo tiempo a perfeccionar la fe de quien creía en él y a suscitarla en quien no creía.

Oremos para que nuestras vidas den gloria a Dios en todo momento.

 

3er. Misterio. El Maestro insiste sobre estos dos puntos en el coloquio con Marta. La mujer cree: está convencida de que si Jesús hubiera estado presente, Lázaro no habría muerto pero Jesús quiere llevarla a que reconozca en su persona al Mesías Hijo de Dios  venido a dar la vida eterna a cuantos creen en él.

Con gran insistencia igualmente  reconocer en Jesús al Hijo de Dios y así tengamos un cambio en nuestras vidas.

 

4to. Misterio. He aquí hasta donde tiene que llegar la fe: creer que el poder de resucitar a los muertos pertenece a Cristo y que así como puede usar de ese poder para resucitar inmediatamente a Lázaro de la muerte corporal, puede igualmente servirse de él para asegurar la vida eterna a cuantos viven en él por la fe

Digamos a Jesús, Señor aumenta nuestra la fe.

 

5to. Misterio. Al aproximarse la Pascua, el relato de la resurrección  de Lázaro de una exhortación a desatarnos cada vez más del pecado, confiando en el poder vivificador de Cristo, que quiere hacer a los hombres participes de su propia resurrección. Quiera Dios que sea Jesús, para todos y cada uno “resurrección y vida”” en el tiempo y en la eternidad.

Pidamos que con la oración y la meditación, anhelemos desatarnos cada vez más del pecado y confiemos más en Cristo.

 

 

 

Recemos la Coronilla de la Misericordia       De rodillas o de  pie

Ofrezcámosla para que todos vivamos una vida sin pecado.

 

 

Padre nuestro…Ave María… Credo…

En  las cuentas grandes antes de cada decena.

Padre eterno, te ofrezco el Cuerpo y la Sangre, el Alma y la Divinidad de tu amantísimo Hijo, nuestro Señor Jesucristo, como propiciación por nuestros pecados y los del mundo entero.

En las 10 cuentas pequeñas de cada decena.

Por su dolorosa Pasión, ten misericordia de nosotros y del mundo entero.

Jaculatoria para rezarse al final de cada misterio.

Oh Sangre y Agua que brotasteis del Sagrado Corazón de Jesús como una fuente de Misericordia para nosotros, Confiamos en Ti

Doxología final después de las cinco decenas.

Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros y del mundo entero

 (3 Veces) 

 

Permanezcamos en silencio unos momentos

 

Escuchemos lo que nos dice el Señor:

“Yo soy la resurrección y la vida, el que cree en mi aunque haya muerto, vivirá”

 

 

Oremos todos unidos

Te damos gracias, Señor Padre Santo…

Porque Cristo nuestro Señor, que, como hombre mortal,

Lloró a su amigo Lázaro y como Dios y Señor de la vida, lo levanto del sepulcro,

Hoy extiende su compasión a todos  los hombres

Y por medio de sus sacramentos los resucitara

A una vida nueva.

 

Misal Romano. 

 

 

Canto

Yo soy el pan de vida el que viene a mi no y tendrá hambre

El que cree en mi no tendrá sed, nadie viene a mi si mi Padre no lo llama.

 

Yo lo resucitare, yo lo resucitare, yo lo resucitare en el día final.

 

Si  tú no comes el Cuerpo del Hijo del hombre y bebes de su Sangre

Y bebes de su Sangre no tendrás  vida en Ti.

 

 

¡¡¡Unidos en la Eucaristía!!!

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