El publicano regreso a casa justificado y el fariseo no.  Hora Santa  Parroquia de San Pío X

El publicano regreso a casa justificado y el fariseo no. Hora Santa Parroquia de San Pío X

El publicano regreso a casa justificado y el fariseo no.

Hora Santa

Parroquia de San Pío X

 Fariseo-Publicano

 

Se reza la Estación del Santísimo Sacramento…

 

 

Aumenta Señor en nosotros la fe, la esperanza y la caridad para que cumplamos con amor tus mandamientos y podamos conseguir, así el cielo que nos tienes prometidos. Amén.

 

Del santo Evangelio según San Lucas 18,9-14

En aquel tiempo Jesús dijo esta parábola sobre algunos que se tenían pos justos y despreciaban a los demás.

“Dos hombres subieron al templo para orar; uno era fariseo y el otro publicano. El fariseo, erguido, oraba así en su interior: ‘Dios mío, te doy gracias porque no soy como los demás hombres: ladrones, injustos y adúlteros; tampoco soy como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todas mis ganancias’.

El publicano en cambio, se quedo lejos y no se atrevía a levantar los ojos al cielo. Lo único que hacía era golpearse diciendo: ‘Dios mío, apiádate de mí, que soy un pecador’.

Pues bien yo les aseguro que éste bajó a su casa justificado y aquel no, porque todo el que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido”

Palabra de Dios.

Meditemos en silencio y compartimos.

 

 

¿Cómo es la fe de María?

 

1.      El primer elemento de su fe es éste: La fe de María desata el nudo del pecado (cf. Conc. Ecum. Vat II, Const, dogm., Lumen gentium, 56) ¿Qué significa esto? Los padres conciliares (del Vaticano II) han tomado una expresión de San Irineo que dice así: “El nudo de la desobediencia de Eva lo desató la obediencia de María. Lo que ató la virgen Eva por su falta de fe, lo desató la Virgen María por su fe” (Adversus Haereses, III, 22,4)

 

El  “nudo” de la desobediencia, el “nudo” de la incredulidad. Cuando un niño desobedece a su madre o a su padre, podríamos decir que se forma un pequeño “nudo”. Esto sucede si el niño actúa dándose cuenta de lo que hace, especialmente si hay de por medio una mentira; en ese momento no se fía de la mamá o del papá. Ustedes saben cuántas veces pasa esto. Entonces, la relación con los padres necesita ser limpiada de esta falta y, de hecho, se pide perdón para que haya de nuevo armonía y confianza. Algo parecido ocurre en nuestras relaciones con Dios. Cuando no lo escuchamos, no seguimos su Voluntad, cometemos actos concretos en los que mostramos falta de confianza en Él – y esto es pecado-, se forma como un nudo en nuestra interioridad. Y estos nudos nos  quitan la paz y la serenidad. Son peligrosos, porque varios nudos pueden convertirse en una madeja, que siempre es más doloroso y más difícil de deshacer.

 

Pero para la misericordia de Dios – lo sabemos- nada es imposible. Hasta los nudos más enredados se deshacen con su gracia. Y María, que con su  “si” ha abierto la puerta a Dios a deshacer el nudo de la antigua desobediencia, es la madre que con paciencia y ternura nos lleva a Dios, para que él desate los nudos  de nuestra alma con su misericordia de Padre. Todos nosotros tenemos alguno, y podemos preguntarnos en nuestro corazón: ¿Cuáles son los nudos  que hay en mi vida? “Padre, los míos no se pueden desatar” Pero eso es un error. Todos los nudos del corazón, todos los nudos de la conciencia se pueden deshacer. ‘Pido a María que me ayude a tener confianza en la misericordia de Dios para deshacerlos, para cambiar? Ella, mujer de fe, sin duda nos dirá: “Vete adelante, ve donde el Señor: Él comprende” Y ella nos lleva de la mano, Madre, Madre, hacia el brazo del Padre, del Padre de la misericordia.

 

 

2.      El segundo elemento: la fe de María da carne humana a Jesús. Dice el Concilio: “Por su fe y obediencia engendró en la tierra al Hijo mismo del Padre, ciertamente sin conocer varón, cubierta con la sombra del Espíritu Santo” (Const. Dogm. Lumen gentium 63) Este es un punto sobre el que los Padre de la Iglesia han insistido mucho: María ha concebido a Jesús en la fe, y después en la carne, cuando han dicho esto “si” al anuncio de Dios le ha dirigido mediante el ángel. ¿Qué quiere decir esto? Que Dios no ha querido hacerse hombre ignorando nuestra libertad, ha querido pasar a través del libre consentimiento de María, a través  de su “si” Le ha preguntado: “¿Estas dispuesta a esto? Y ella ha dicho “si”

 

Pero lo que ha ocurrido en la Virgen Madre de manera única, también nos sucede a nosotros en el plano espiritual cuando acogemos la Palabra de Dios con el corazón bueno y sincero y la ponemos en práctica. Es como si Dios adquiriera carne en nosotros. Él viene a habitar en nosotros, porque toma morada en aquellos que le  aman y cumplen su Palabra. No es fácil entender esto, pero, si, es fácil sentirlo en el corazón.

 

¿Pensamos que la encarnación de Jesús es sólo algo del pasado, que no nos concierne personalmente? Creer en Jesús significa ofrecerle nuestra carne, con la humildad y el valor de María, para que  él pueda  seguir habitando en medio de los hombres, significa ofrecerle nuestras manos para acariciar a los pequeños y a los pobres, nuestros pies para salir al encuentro de los hermanos; nuestros brazos para sostener a quien es débil y para trabajar en la viña del Señor; nuestra mente para pensar y hacer proyectos a la luz del Evangelio; y, sobre todo, nuestro corazón para amar y tomar decisiones según la voluntad de Dios. Todo esto acontece gracias a la acción del Espíritu Santo. Y así,  somos instrumentos  de Dios para que Jesús actué en el mundo a través de nosotros.

 

 

3.      Y el último elemento es la fe de María como camino: El Concilio afirma que María “avanzó en la peregrinación de la fe” (ibid.58)

Por eso ella nos precede en esta peregrinación,

nos acompaña, nos sostiene.

 

¿En qué sentido la fe de María ha sido un camino? En el sentido de que toda su vida fue seguir a su Hijo: él –Jesús- es la vía, él es el camino. Progresar en la fe, avanzar en esta peregrinación espiritual que es la fe, no es sino seguir a Jesús; escucharlo, y dejarse guiar con sus palabras; ver cómo se comporta él y poner nuestros pies en sus huellas, tener sus mismos sentimientos y actitudes de Jesús? Humildad, misericordia, cercanía, pero también un firme rechazo a la hipocresía, del doblez, de la idolatría. La vía de Jesús es la del amor fiel  hasta el final,  hasta el sacrificio de la vida; es la vía de la cruz. Por eso, el camino de la fe pasa a través  de la cruz, y María lo entendió desde el principio, cuando Herodes quiso matar a Jesús recién nacido. Pero después, esta cruz se hizo más pesada, cuando Jesús fue rechazado: María siempre estaba con Jesús, seguía a Jesús  mezclada con el pueblo, y oía sus chácharas, la ociosidad de aquellos que no querían a Jesús. Y esta Cruz, ella la  ha llevado. La fe de María de afrontó entonces la incomprensión y el desprecio. Cuando llegó la “hora” de Jesús, esto es,  la hora de la Pasión, la fe de María fue entonces la lamparilla encendida en la noche, esa lamparilla es plena noche. María velo durante la noche del sábado santo. Su llama, pequeña pero clara, estuvo encendida hasta el alba de la Resurrección, y cuando llego la noticia de que el sepulcro estaba vacío, su corazón quedo henchido de alegría de la fe, la fe cristiana en la muerte  y resurrección de Jesucristo. Porque la fe siempre nos lleva a la alegría, y ella es la Madre de la alegría. Que ella nos enseñe a caminar por este camino de la alegría y a vivir esta alegría. Este es el punto culminante –esta alegría, este encuentro entre Jesús y María-, pero imaginemos cómo fue…Este encuentro es el punto culminante del camino de la fe de María y de toda la Iglesia. ¿Cómo  es nuestra fe? ¿La tenemos encendida, como María, también en los momentos difíciles, los momentos de oscuridad? ¿He sentido alegría de la fe?

 

Meditemos unos momentos en lo leído.

 

 

 

Oremos el santo Rosario por los no nacidos.

aborto-no-vida-si 

Padre celestial durante este tiempo de crisis mundial, permite que todas las almas encuentren su paz y seguridad en tu Divina Voluntad. Otorga a cada alma la gracia para entender que tu Voluntad  es el  Amor santo en el momento presente. Padre Benévolo, ilumina cada conciencia para que vea las formas en que no se está viviendo  en tu Voluntad. Concede al mundo la gracia para cambiar  y el tiempo para hacerlo. Amén.

 

Divino niño Jesús al rezar  este Rosario te  pedimos que quites del corazón del mundo el deseo de cometer el pecado del aborto. Quita el velo del engaño que Satanás ha puesto en los corazones, el cual presenta a la promiscuidad como una libertad y vela lo que en realidad es: una esclavitud al pecado. Coloca en el corazón del mundo un renovado respeto por la vida desde el momento de la concepción. Amén.

Se recita el Credo…

 

1er. Misterio. El Bautismo de  Cristo en el Jordán.

Padre nuestro… Diez Avemarías…

Jaculatoria: Oh Jesús mío perdona nuestros pecados líbranos del fuego del infierno lleva a todas las almas socorre especialmente a las más necesitadas de tu infinita misericordia.

¡Jesús protege y salva a los No nacidos!

María protectora de la fe y refugio del Amor Santo: ¡ven en mi auxilio!

Corazones unidos de Jesús y María ¡triunfen y reinen!

 

 

2do. Misterio. Cristo se da a conocer en las bodas de Cana

Padre nuestro… Diez Avemarías…

Jaculatoria: Oh Jesús mío perdona nuestros pecados líbranos del fuego del infierno lleva a todas las almas socorre especialmente a las más necesitadas de tu infinita misericordia.

¡Jesús protege y salva a los No nacidos!

María protectora de la fe y refugio del Amor Santo: ¡ven en mi auxilio!

Corazones unidos de Jesús y María ¡triunfen y reinen!

 

3er. Misterio. Cristo proclama el Reino de Dios y llama a la conversión

Padre nuestro… Diez Avemarías…

Jaculatoria: Oh Jesús mío perdona nuestros pecados líbranos del fuego del infierno lleva a todas las almas socorre especialmente a las más necesitadas de tu infinita misericordia.

¡Jesús protege y salva a los No nacidos!

María protectora de la fe y refugio del Amor Santo: ¡ven en mi auxilio!

Corazones unidos de Jesús y María ¡triunfen y reinen!

 

4to. Misterio. La Transfiguración

Padre nuestro… Diez Avemarías…

Jaculatoria: Oh Jesús mío perdona nuestros pecados líbranos del fuego del infierno lleva a todas las almas socorre especialmente a las más necesitadas de tu infinita misericordia.

¡Jesús protege y salva a los No nacidos!

María protectora de la fe y refugio del Amor Santo: ¡ven en mi auxilio!

Corazones unidos de Jesús y María ¡triunfen y reinen!

 

5to. Misterio. Jesús nos entrega la Eucaristía.

 

Padre nuestro… Diez Avemarías…

Jaculatoria: Oh Jesús mío perdona nuestros pecados líbranos del fuego del infierno lleva a todas las almas socorre especialmente a las más necesitadas de tu infinita misericordia.

¡Jesús protege y salva a los No nacidos!

María protectora de la fe y refugio del Amor Santo: ¡ven en mi auxilio!

Corazones unidos de Jesús y María ¡triunfen y reinen!

 

 

Ofrecimiento de los hogares a María Refugio del Amor Santo.

María, mi Madre, mi fortaleza, refugio del Amor santo, santifica esta casa por medio del Amor santo. Abre el corazón de todos los que habitan en ella para que seamos santos. Guíanos por el sendero del  Amor Santo. Triunfa sobre cualquier mal, ya sea una fuerza desconocida dentro de estas paredes, un hábito seductor o algún apego voluntario que hayamos escogido nosotros mismos. Haz de esta casa un santuario del Amor santo. Amén.

 

 

Consagración de las familias a los corazones unidos

Sagrados corazones unidos de Jesús y María, ustedes son uno al desee la salvación, santidad y santificación de cada alma. Consagramos a ustedes a nuestra familia buscando su victoria, en nuestros corazones y en el mundo. Reconocemos la perfección de su Misericordia en el pasado, la abundancia de su Providencia en el futuro, y la suprema soberanía de la Divina Voluntad del Padre en el momento presente. Deseamos ser parte de su reinado triunfante que comienza en este momento presente con nuestro “si” al Amor santo y divino. Con la ayuda de su gracia queremos vivir esta consagración en cada momento y futuro. Así estaremos unidos en su triunfo queridos corazones de Jesús y de María. Amén.

 

¡¡¡Unidos en la Eucaristía!!!

Acerca del autor

Temas relacionados

1 Comentario

  1. r

    debemos de orar con el corazon y con el expiritu y nuetra mente estrar consientes y reflecinando que neseitamos el perdon de nuestra ofensas una oracion directa al padre
    que nos da el don de vida y este cuerpo tan perfecto que nada le falta de este universo
    tan ermoso de darnos la coniencia para servir a los demas con mucha voluntad

    Responder

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.