“El celo de tu casa me devora” Hora Santa Parroquia de San Pío X

“El celo de tu casa me devora” Hora Santa Parroquia de San Pío X

“El celo de tu casa me devora”
Hora Santa
Parroquia de San Pío X

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Se reza la Estación del Santísimo Sacramento…

 

Padre bueno y misericordioso te ofrecemos este tiempo en tu Presencia para reparar tu Corazón Santísimo por todos los sacrilegios que se cometen en todo el mundo, permítenos alimentarnos de los bienes eternos, del gozo de tu Amor; que sea tu Palabra quien nos ilumine y transforme.

Lectura del santo Evangelio según San Juan 2,13-22 De pie.

Se acercaba la Pascua de los judíos y Jesús subió a Jerusalén. Y encontró en el Templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas en sus puestos. Haciendo un látigo con cuerdas, echó a todos fuera del templo, con las ovejas y los bueyes; desparramo el dinero de los cambistas y le volcó las mesas; y dijo a los que vendían palomas: “Quitad esto de aquí. No hagáis de la casa de mi Padre una casa de mercado.” Sus discípulos se acordaron de que estaba escrito:

“El celo por tu casa me devorará.

Los judíos entonces replicaron diciéndole: “Qué signo nos muestras para obrar así?” Jesús les respondió: “Destruid este santuario y en tres días lo levantaré.” Los judíos le contestaron: “Cuarenta y seis años se ha tardado en construir este santuario, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?” pero él hablaba del santuario de su cuerpo. Cuando fue levantado, pues, de entre los muertos, se acordaron sus discípulos de que había dicho eso, y creyeron en la Escritura y en las palabras que había dicho Jesús.

Palabra del Señor.
Releemos en silencio y compartimos la frase que más nos llega.

 

 

Canto.

Oh Jesús te adoramos, ven quédate con nosotros.
• Tú eres el Dios vivo que bajas a la tierra, y te haces alimento para darnos la vida.
• En torno a tu mesa un solo cuerpo somos, en caridad unidos por el don de tu Cuerpo.

 

 

 

¿Quién es el hombre que quiere la vida?

Meinral Dufner. Sigue su propio camino.

¿Quién es el hombre que quiere la vida?… esta pregunta no está tomada de la tapa de un best seller hedonista sino del prologo de la Regla de San Benito, fundador del monacato occidental. ¿Por qué es tan importante este querer la vida? Porque Dios mismo es amor a la vida. De lo contrario, ¿cómo habría podido dimanar de su fuerza creadora esa variedad que nos muestra el cosmos? ¿Cómo habría nacido, como de un seno materno, todo lo que llamamos materia?

Dios no pudo haber sido un asceta, porque de lo contrario no habría llenado el mundo con tantos colores, aromas atractivos, música continua y silencios. Creó el disfrute y el disfrutar porque la alegría de ser no es una alegría meramente pensada. Es un buen vino tinto que llena la boca de sabores. Es un pan que huele deliciosamente como también puede hacerlo un cuerpo humano. Es un abrazo en el cual hago donación de mi mismo y se me hace el regalo de experimentar que yo existo. Querer la vida es existir, querer la vida es algo audible, palpable, real, operante.

Esa variedad de la existencia, del gusto de existir, es una realidad ya dada. No necesito buscarla, conquistarla, ganarla, ni menos aún crearla. El Dios que le dijo un “si” a todo, un sí que levanta y despierta. No es uno de esos puritanos que necesitan podar todo por temor de que les oscurezca su imagen de Dios. Y así, cuando se pecaba por perderse en las cosas y el placer, se pecaba también por el desprecio de las cosas y del placer. En cambio, la pobreza de san Francisco era una boda placentera con la Señora Pobreza. Era una fiesta en el aquí y ahora, un alegrarse por la abundancia y la escasez, una desnudez ante la vida y ante la muerte.

Querer la vida es una actitud creadora. Hace algo de cada cosa y también deja ser a cada cosa. No vivir de la negación, no vivir del problema, no vivir de la renuncia, sino de la libertad para con todo.

Para el hombre creativo hasta los contratiempos son oportunidad de intentar algo nuevo. Ciertamente el cosmos está entretejido de leyes. Pero son leyes vivas que se apartan siempre de la rigidez de la muerte. Y cuando algo ya no resulta, la vida se despeja otro camino, busca otra forma, intenta cosas nuevas.

El Dios que ha creado es también el Dios que permite continuamente la transformación. Más aún, la transformación parece ser el juego perenne de la creación. No se trata de “aniquilarse” en la vida. Se trata de intercambiar y transformarse, lo llamamos entrega o amor. Se trata de una continua recreación. Por eso una cruz no puede ser jamás la estación final. Es siempre forma transitoria que lleva a un amanecer de pascua. Hemos dejado aburguesar y anquilosar un poco la imagen de Dios Padre con sus leyes eternas. Y de esa manera quedó en la estacada el Dios Espíritu, el que está en continuo devenir y transformación, el que infunde vida y renueva.

Releemos en silencio y oramos espontáneamente de acuerdo a lo que leímos.

 

 

Canto.

Oh Jesús te adoramos, ven quédate con nosotros.
• Tu Sangre Inmaculada nos limpie de pecado, y nos conserve puros en tu amistad divina.
• Eres la luz que alumbra, la fuerza que sostiene la prenda que asegura el premio de la gloria.

 

 

 

Oremos a María Santísima.

Madre que llevaste en tu seno virginal, a la Palabra, intercede por nosotros para que podamos amarla, vivirla, anhelarla con todo nuestro corazón, que podamos entender por medio de la oración que alimentarnos con la Eucaristía y orar, no es suficiente, que necesitamos vivir, alimentarnos con la Palabra en nuestra vida cotidiana, para que nos transforme internamente en Templos vivos de Dios. Amén.

 

1er. Misterio. Con la expulsión del templo, Jesús establece un signo en el que se ilumina el sentido de la verdadera pascua. La fiesta de la pascua significa para Jesús la muerte. En ella el verdadero Cordero Pascual será inmolado.
Pidamos ser transformados en Templos vivos de Dios.

 

2do. Misterio. Otro motivo de la expulsión de los vendedores del templo es la purificación. En la muerte de Jesús, el templo será limpiado de cuerpos humanos. El templo se había convertido en un mercado en el que los vendedores comerciaban a gritos con palomas, corderos, terneros. Todo esto son imágenes interiores.

Pidamos ser transformados en Templos vivos de Dios.

 

3er. Misterio. Nosotros a menudo estamos determinados por nuestros ruidosos pensamientos, por la cuestión de cómo somos vendidos en el mercado público, de cuál es nuestro valor de cambio. Dentro de nosotros hay terneros, imagen de la vitalidad y de la sexualidad, que nos dominan. También hay ovejas, símbolos de la falta de libertad con que vivimos. Y hay palomas, imagen de los pensamientos que van de aquí para allá y que no nos permiten descansar en paz.
Pidamos ser transformados en Templos vivos de Dios.

 

4to. Misterio. A todos ellos los expulsó Jesús fuera del templo. Juan lo refiere a la muerte y resurrección de Jesús. Entonces se cumplirá lo que Jesús ahora realiza de modo simbólico. Eso mismo se producirá además en nuestro cuerpo, de modo que lleguemos a ser verdaderos templos de Dios.
Pidamos ser transformados en Templos vivos de Dios.

 

5to. Misterio. La muerte de Jesús nos purifica de todo lo que se ha introducido en nosotros, de la culpa, de la esclavitud, del dominio, del compararse con los demás. La muerte de Jesús, en la que resplandece el amor de Dios en nuestro cuerpo, nos libera de todo nuestro caos interior. El amor de Jesús nos transforma en templos de Dios.
Pidamos ser transformados en Templos vivos de Dios.

 

 

 

Recemos la Coronilla de la Misericordia De rodillas o de pie
Ofrezcámosla para que deseemos alimentarnos de su Palabra y seamos transformados por ella.

Padre nuestro…Ave María… Credo…

En las cuentas grandes antes de cada decena.
Padre eterno, te ofrezco el Cuerpo y la Sangre, el Alma y la Divinidad de tu amantísimo Hijo, nuestro Señor Jesucristo, como propiciación por nuestros pecados y los del mundo entero.

En las 10 cuentas pequeñas de cada decena.
Por su dolorosa Pasión, ten misericordia de nosotros y del mundo entero.

Jaculatoria para rezarse al final de cada misterio.

Oh Sangre y Agua que brotasteis del Sagrado Corazón de Jesús como una fuente de Misericordia para nosotros, Confiamos en Ti

Doxología final después de las cinco decenas.
Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros y del mundo entero
(3 Veces)

 

 

Oremos en Silencio

Por las necesidades en todo el mundo en especial por la paz

 

Permanezcamos en silencio unos momentos.
Escucha lo que nos dice el Señor:
“El celo de tu casa me devora”

 

 

Los momentos que nos quedan reparemos el Corazón de Jesús que sufre por todos los sacrilegios cometidos en las diversas Iglesias del mundo y por todos los que cometen comuniones y confesiones sacrílegas, oremos para que el Espíritu Santo, les dé luz y conversión y a todos nos permita realizar buenas y sinceras confesiones.
Repetimos varias veces esta jaculatoria, para reparar su Corazón:

Cuerpo y Sangre de Jesús, os quiero, os amo y os adoro.
Os pido perdón y misericordia por todos los sacrilegios cometidos.

 

 

Oremos todos unidos

San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla y se nuestro amparo contra la maldad y las asechanzas del demonio
Reprímale Dios como rendidamente se lo suplicamos,
Y tú, príncipe de la milicia celestial, armado del poder divino,
Precipita al infierno a Satanás y a todos los espíritus malignos
Que para perdición de las almas andan por el mundo.
Amén
Pp. León XIII

 

 

Canto

Como brotes de olivo, en torno a tu mesa, Señor
Así son los hijos de la Iglesia
El que teme al señor será feliz, feliz el que sigue su ruta.
Del trabajo de tus manos comerás, a ti la alegría, el gozo.

 

¡¡¡Unidos en la Eucaristía!!!

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1 Comentario

  1. Eme Zea

    La renuncia a la belleza de la creación por amor a Dios es una virtud. Está bien gozar de la abundancia de la naturaleza. Pero un cura que renuncia a una caricia de mujer por entregarse a Dios no está mal; no, de ninguna manera. Ni lo está el eremita que se aparta de las bellezas de la creación para enclaustrarse con el fin de dedicarse en exclusiva a los deleites espirituales que brinda Dios.
    Dios sí es un asceta. Jesús no se caracterizó por andar disfrutando de las cosas buenas de la vida. Se caracterizó por su vida austera, de muchas privaciones. La santidad de San Francisco es una de las mil y una maneras de ser santo. La tradición ascética de muchas comunidades es digna de imitar, no de menospreciar.

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