Acto de Reparación al Corazón Eucarístico de Jesús VII. Reparad por las almas que conversan en los templos, por la falta piedad y recogimiento.

Acto de Reparación al Corazón Eucarístico de Jesús VII. Reparad por las almas que conversan en los templos, por la falta piedad y recogimiento.

Acto de Reparación al Corazón Eucarístico de Jesús
VII. Reparad por las almas que conversan en los templos, por la falta piedad y recogimiento.
Para los nueve primeros jueves de mes

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Jesús:
Hijo carísimo: es Jesús el que os llama, os recuerda nuestro encuentro de amor. Hoy es primer jueves de mes: os espero para cubriros de mis besos y abrazos.

Os espero para remojar la aridez de vuestro corazón.

Os espero para haceros sentir parte de mi sufrimiento.

Os espero para haceros descargaros un poco el peso de mi Cruz.

Os espero para sondear vuestro ser con mi mirada.

Os espero para daros la calidez de mi amor.

Amor poco correspondido por los hombres; amor: relegado, excluido, no valorado.

Hijo carísimo: es Jesús el que os llama, os recuerda nuestro encuentro de amor. Hoy es primer jueves de mes: jueves que os llama a reparar por las infames conversaciones que se tienen en los santos templos.

Templos que son la Casa de Dios. Templos que os adentran en el espesor del silencio. Templos visitados por los Santos Ángeles del Cielo.

 

Templos que son desahogo del alma y descanso para el espíritu.

Templos que son refugio de Amor Divino.

Templos en los que podéis venir a descansar, a reposar en mi seno paterno. Templos en los que podéis tener elevaciones místicas, desfogues de amor. Templos que os espera como peregrinos en busca de lo absoluto. Templos que os sumerge en el recogimiento espiritual.

 

Pero muchas almas, tristemente, no sienten mi presencia, no saben reposar en mis brazos de amigo, de hermano; no son capaces de vaciar el corazón y de llenarlo de mi amor; les cuesta guardar silencio, compostura, recato en el templo de Dios vivo porque resido en la Hostia Santa. Mi Corazón Eucarístico os salpica con chispitas de amor cuando os siento: recogidos, elevados en un éxtasis, sintiéndoos nada porque Yo soy vuestro todo. Pero sufro cuando veo entrar en las puertas de mi templo: almas disipadas, irreverentes frente al Pan Consagrado, almas que llegan a la Casa de Dios a romper el silencio, a generar malestar: en las almas contemplativas, en los adoradores del silencio.

Reparad hijo mío, porque muchas almas vienen a mi presencia Eucarística a conversar, mas, no a orar, a abordar temas que nada tienen que ver con la religión, con la espiritualidad.

Reparad, porque ni, aún, estos temas deben abordarse en el santo templo.

Reparad, porque muchas almas hieren mi Corazón Eucarístico con sus actitudes mezquinas, con sus conversaciones licenciosas.

Reparad, porque de toda irreverencia en contra de mi Augusto Sacramento, tendrá que rendirme cuentas, cada alma, el día que la llame de esta vida a la verdadera vida.

Reparad para que haya más piedad y fervor en el Sagrario. Sagrario que es mi dulce prisión. Sagrario que es una pequeña porción de Cielo en la tierra.

 

Alma Reparadora:

Jesús mi delirio de amor: heme aquí entrando por las puertas de vuestro santo templo. Templo en el que reside el Rey de reyes, el Señor de señores.

Templo embellecido por el Rey del más alto linaje. Templo que da sosiego a mi corazón y quietud a mi espíritu. Templo en el que siento vuestro abrazo. Templo en el que arropáis mi desnudez con vuestra mirada pura, cándida; mirada que me insinúa cambios en mi vida; mirada que me cuestiona, me lleva a la reflexión, a la búsqueda.

Jesús mi delirio de amor: heme aquí entrando por las puertas de vuestro santo templo, añorando este precioso momento; ansiaba veros expuesto en la imponente custodia, eclipsáis mis ojos, arrobáis mis sentidos; mi corazón no puede contener tanta dicha de ver, en la Sagrada Hostia, el mismo Hombre-Dios que murió en una cruz para redimirnos del pecado; el mismo Hombre-Dios que sedujo a María Magdalena, mujer pecadora, que en vuestro encuentro cambio su vida, inició un propósito firme de conversión; el mismo Hombre-Dios que invito a la samaritana a beber del agua viva, mujer de corazón resquebrajado, herido, vacio; el mismo Hombre-Dios que dio de comer a una multitud de hombres y mujeres hambrientos, con tan solo cinco panes y dos peces.

Jesús mi delirio de amor: heme aquí entrando por las puertas de vuestro santo templo para reparar por todas las almas que se deleitan en la conversación, frente a vuestro Misterio Eucarístico. Misterio que es irrespetado, profanado por las actitudes irreverentes de muchos de vuestros hijos; hijos a los que les faltan buenos modales, delicadeza, espíritu de piedad y recogimiento para permanecer en la Casa de Dios.
Casa que exige silencio, anonadamiento frente a vuestra celestial presencia, porque Dios: uno y Trino, la habita en compañía de miríadas de Santos Ángeles.

Jesús mi delirio de amor: heme aquí entrando por las puertas de vuestro santo templo porque vuestras palabras conmueven mi corazón, levantan mi espíritu a la reparación Eucarística porque los hombres os hieren, os maltratan, laceran vuestro Divino Corazón con sus irreverencias, con sus conversaciones inútiles en los santos templos.

Templos que son lugares de oración, mas no de conversación. Templos que llevan el alma al recogimiento, mas no a la disipación. Templos que son escuelas del Cielo en la tierra porque en ellas se aprende a ser buen cristiano, a ser hijo que actúa según el beneplácito de vuestro Sagrado Corazón.

 

Oración final
Corazón Eucarístico de Jesús: heme aquí alentado por el inmenso amor que en este sacramento me manifestáis y por el angustioso llamamiento que me hacéis al decirme desde vuestro excelso Trono: “Venid a este lugar solitario y reparad junto a mi Tabernáculo de Amor Divino, alivianad mi dolor desde este nuevo Getsemaní”.
Corazón Eucarístico de Jesús, heme aquí ofreciéndoos la reparación más humilde y solemne en presencia del Cielo y de la tierra porque son muchos los que os ultrajan, son muchos los indiferentes e ingratos para con vuestro sacramento de Amor.
Corazón Eucarístico de Jesús que respiráis y palpitáis bajo el velo de las sagradas especies: reparo por todos los sacrilegios y profanaciones proferidas en la Hostia Santa. Dejadme sanar las heridas de vuestro Cuerpo Santísimo con mi reparación. Dejadme adorar vuestra Sangre preciosa, desperdiciada, con mi inmolación perenne de amor.

Amén.

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