Devoción al Sagrado Corazón de Jesús Para todos los días del mes. Día 9. El Señor nos ama con…

Devoción al Sagrado Corazón de Jesús Para todos los días del mes. Día 9. El Señor nos ama con…

Devoción al Sagrado Corazón de Jesús
Para todos los días del mes. Día 9. El Señor nos ama con Amor Eterno

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En nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, Amén.

Acto de Contrición

Misericordia, Señor, hemos pecado. Por tu inmensa compasión borra nuestras culpas. Contra Ti, contra Ti sólo pecamos. Cometimos las maldades que Tú aborreces. Aparta de nuestros pecados tu vista. Borra de nuestras almas toda culpa. Oh Dios crea en cada uno un corazón puro, y no alejes de nosotros tu Santo Espíritu. Como se aleja el Oriente del Occidente, así tú alejas nuestros pecados. Tú perdonas nuestras faltas. Eres compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia. No nos tratas como merecen nuestros pecados ni nos castigas como lo exigen nuestras culpas. Como se eleva el cielo sobre la tierra, así se eleva tu bondad sobre nosotros. Como un padre siente ternura por sus hijos, así Tú, oh Dios, sientes compasión por tus servidores. Sabes de qué estamos hechos y recuerdas que somos barro. Tu misericordia, Señor, dura por siempre. Recuerda Señor que tu ternura y tu misericordia son eternas: no te acuerdes de nuestros pecados ni de las maldades de nuestra vida pasada. Acuérdate de nosotros con misericordia, por tu bondad, Señor. Por el honor de tu Nombre perdona nuestras culpas que son muchas. Te lo suplicamos en el nombre de Jesucristo tu Hijo nuestro Señor, quien contigo y el Espíritu Santo vive y reina por los siglos de los siglos.

Amén.

Acto de Consagración

Dulcísimo Jesús, Redentor del género humano; míranos humildemente postrados ante tu altar. Tuyos somos y tuyos queremos ser; y, para que podamos hoy unirnos más íntimamente contigo, cada uno de nosotros se consagra espontáneamente a tu Sagrado Corazón.

Es verdad que muchos jamás te conocieron, que muchos te abandonaron después de haber despreciado tus mandamientos; ten misericordia de uno y de otros, benignamente Jesús, y atráelos a todos a tu Santísimo Corazón.

Reina, Señor, no solamente sobre los fieles que jamás se apartaron de ti, sino también sobre los hijos pródigos que te abandonaron, y haz que estos prontamente regresen a la casa paterna, para que no perezcan de hambre y de miseria.

Reina sobre aquellos a quienes traen engañados las falsas doctrinas o se hallan divididos por la discordia, y vuélvelos al puerto de la bondad y a la unidad de la fe, para que en breve no haya sino un solo redil y un solo Pastor.

Concede, Señor, a tu Iglesia, segura y completa libertad; otorga la paz a las naciones y haz que del uno al otro polo de la tierra resuene esta sola voz: Alabado sea el Divino Corazón, por quien nos vino la salud: a Él sea la gloria y el honor por los siglos de los siglos. Amén.

Padrenuestro… Avemaría… Gloria al Padre…

 

 

Día 9
El Señor nos ama con Amor Eterno.

Lectura del Libro del Deuteronomio 7, 6-11

Porque tú eres un pueblo consagrado a Yahvé tu Dios; a ti te ha elegido para que seas, de entre todos los pueblos que hay sobre la faz de la tierra, el pueblo de su propiedad.

No porque seáis el más numeroso de todos los pueblos se ha prendado Yahvé de vosotros y os ha elegido, pues sois el menos numeroso de todos los pueblos; sino por el amor que os tiene y por guardar el juramento hecho a vuestros padres, por eso os ha sacado Yahvé con mano fuerte y os ha liberado de la casa de servidumbre, del poder del faraón, rey de Egipto. Has de saber; pues, que Yahvé tu Dios es el Dios, el Dios fiel que guarda su alianza y su favor por mil generaciones con los que le aman y guardan sus mandamientos, pero da su merecido en su propia persona a quien le odia, destruyéndolo. No es remiso con quien le odia; en su propia persona le da su merecido. Guarda, pues, los mandamientos, preceptos y normas que yo te mando hoy poner en práctica.

Palabra de Dios.

 

 

 

Plegaria

Oh Jesús, porque tú eres bueno:

Cuando te llamemos, óyenos.

Cuando te ofendamos, perdónanos.

Cuando te olvidemos, llámanos otra vez.

Cuando te pedimos, socórrenos.

Cuando trabajamos por Ti, anímanos.

Cuando nos desanimemos, danos valor.

Cuando estemos tristes, danos alegría.

Cuando nos viene el mal genio, danos paz, tranquilidad y paciencia.

Cuando nos llegan las tentaciones, danos fuerza y valor para resistir y no consentir.

Cuando la situación económica es difícil, danos ideas para superarla y fuerza para soportarla.

Cuando llegue la enfermedad, danos salud del cuerpo si conviene para el alma, o si no, danos fortaleza para saber sufrir por ti, por nuestros pecados, y por la salvación de los pecadores.

Amén.

 

 

 

Cómo empezó a extenderse la Devoción al Sagrado Corazón.

Cuando santa margarita recibió la orden de extender la Devoción al Sagrado Corazón respondió asustada: “Señor ¿Cómo se te ocurre encargarme a mí este trabajo si yo soy la más miserable y la más débil de todas las religiosas de este monasterio? Existen tantas otras que podrían hacer esto muchísimo mejor que yo”.

Jesús le respondió: “Es que yo me valgo siempre de los más pequeños y de los que menos valen para el mundo, para hacer mis grandes obras”.

Ella añadió: “Señor, entonces inspírame algún medio para poder propagar esta Devoción”.

La respuesta de Jesús fue: “Vas y consultas a tu confesor y haces lo que él te diga. Y por tu parte esfuérzate por hacer lo que te sea posible para extender esta Devoción”.

La santa narró esto a su confesor, el Padre Claudio y él empezó a aconsejar a la gente la Devoción al Corazón de Jesús. Ella por su parte hablaba de esta Devoción a cuantas más personas lograba tratar.

Pierde a su confesor. Los superiores trasladaron luego al padre La Colombiere a Inglaterra y Margarita quedo sumamente desconsolada y triste. Un día oyó que Jesús le decía: “Hija, ¿es que no te soy yo suficiente para ayudarte en todo? Te basto Yo”. Desde ese día la buena religiosa recobró la paz y la alegría.

Nuevas noticias. En una visión oyó que nuestro Señor deseaba que ella se consagrara totalmente al Corazón de Jesús: su vida, su salud, sus palabras, obras, pensamientos y todo su ser. Con el permiso de la superiora hizo dicha consagración. Y entonces oyó que Jesús muy contento con esta consagración le decía: “Te nombro heredera de mi Corazón. Y recuerda siempre que únicamente te faltarán mis ayudas y socorros cuando a Mi se me acabe el poder.”

Margarita le ofreció especialmente al Corazón de Jesús su falta de salud, la cual estaba decayendo notoriamente, y las continuas humillaciones que su superiora le hacía en público para librarla del orgullo y de la vanidad. Ella, por amor a Jesús, jamás se defendió y hasta creía que si se merecía las represiones que recibía.

 

 

 

Práctica: rezaré por las personas que me han ofendido, que me han tratado mal, que han hablado mal de mí o que me han negado favores. Esto es un gran remedio para evitar rencores.

 

 

Promesas del Sagrado Corazón

Para motivarnos a amar esta Devoción, el Corazón de Jesús hizo a Santa margarita María estas promesas:

 

1. A las almas consagradas a mi Corazón les daré las gracias necesarias para su estado.

2. Daré paz a sus familias.

3. Las consolaré en todas sus aflicciones.

4. Seré su amparo y refugio seguro durante la vida y principalmente en la hora de la muerte.

5. Derramaré bendiciones abundantes sobre sus empresas.

6. Los pecadores hallarán en mi Corazón la fuente y el océano infinito de la misericordia.

7. Las almas tibias se harán fervorosas.

8. Las almas fervorosas se elevarán rápidamente a gran perfección.

9. Bendeciré las casas en que la imagen de mi Sagrado Corazón esté expuesta y sea honrada.

10. Daré a los sacerdotes la gracia de mover los corazones empedernidos.

11. Las personas que propaguen esta Devoción tendrán escrito su nombre en mi Corazón y jamás será borrado de él.

12. A todos los que comulguen nueve primeros viernes de mes continuos, el amor omnipotente de mi Corazón les concederá la gracia de la perseverancia final.

 

 

 

Gozos

Pues eres de nuestro amor el más tierno y dulce encanto,
Todos los pueblos te adoren, Corazón amable y santo.

I
En este Pan, escondido se encuentra tu Corazón, para dar paz y perdón al que llega arrepentido; escucha, pues, el gemido que eleva el alma; entre tanto,
Todos los pueblos te adoren, Corazón amable y santo.

II
Tu Santa Cruz es el emblema de tu ternura y amor, asilo del pecador, consoladora en la pena; y por esto el alma llena de gratitud, alza un canto,
Todos los pueblos te adoren, Corazón amable y santo.

III
Con la corona ceñida de espinas, tu Corazón nos muestra la compasión que por el hombre has tenido, y por eso nuestro olvido te hace sufrir, ¡Oh Amor Santo!
Todos los pueblos te adoren, Corazón amable y santo.

IV
Con una lanza atrevida abrió el soldado tu pecho, y allí nos das el derecho de ir a buscar acogida; por esto el alma afligida cambia en gozo su quebranto,
Todos los pueblos te adoren, Corazón amable y santo.

V
De tu entreabierto costado brota a torrentes la vida; en él encuentra acogida el triste, el desamparado; por eso el que te ha gustado, te dice lleno de encanto.
Todos los pueblos te adoren, Corazón amable y santo.
VI
Mas no tan sólo el costado la cruel lanza desgarró; a tu Corazón llegó dejándolo atravesado, ¡Oh, cuánto, Jesús amado, te debe mi alma! Por tanto,
Todos los pueblos te adoren, Corazón amable y santo.

VII
Aquí en este Sacramento de tu Corazón palpitante nos brinda, Jesús amante, el más sabroso alimento; eres de amor el portento que asombra al mundo y por tanto,
Todos los pueblos te adoren, Corazón amable y santo.

VIII
Conociendo tu ternura ¿Cómo puede el pecador abandonarte, Señor, por buscar a la criatura? Venga, pues, toda alma pura y diga bañada en llanto,
Todos los pueblos te adoren, Corazón amable y santo.

IX
Por las penas interiores de tu amable Corazón haz que en santa contrición te busquen los pecadores; escucha nuestros clamores y pon fin a nuestro llanto.
Todos los pueblos te adoren, Corazón amable y santo.

 

Oración final

Acto de fe, esperanza y caridad.

Dios mío, creo en Ti, fortalece, Señor, mi fe.

Espero en Ti, afirma mi esperanza.

Te amo con todo mi corazón; enciende mi amor.

Me pesa de haberte ofendido; aumenta mi dolor.

Te adoro como a mi primer principio; te deseo como a mi último fin.

Te doy gracias como a mi continuo bienhechor; te invoco como a mi soberano defensor.

Dígnate Dios mío, dirigirme con tu justicia, consolarme con tu misericordia y ampararme con tu poder.

Te consagro todos mis pensamientos, palabras, obras y trabajos; a fin de que de hoy en adelante piense siempre en Ti, hable de Ti, obre según Tú y padezca por Ti

Señor, hágase en mi y en todas mis cosas tu Santísima Voluntad, en tiempo y en eternidad.

Te suplico que ilumines mi entendimiento, fortalezcas mi voluntad, purifiques mi corazón y santifiques mi alma.

Socórreme, Señor con tu gracia para vencer la soberbia con la humildad, la avaricia con la generosidad, la pereza con la diligencia, la lujuria con la mortificación, la envidia con la caridad, la ira con la paciencia, la gula con la abstinencia, la tibieza con el fervor; y todas mis inclinaciones y afectos desordenados con tu Santo temor y amor.

Amén.

Oremos

Te pedimos, Dios Todopoderoso y eterno, que, al celebrar la grandeza de tu amor que resplandece en el Corazón de tu Hijo, recibamos de esta fuente divina gracias cada vez más abundantes.

Dios de amor, que en el Corazón de tu Hijo, herido por nuestros pecados, has depositado infinitos tesoros de caridad, te pedimos que al rendirle el homenaje de nuestro amor, le ofrezcamos obras de reparación y desagravio, y obtengamos el perdón de nuestros pecados y un aumento y progreso de nuestro amor hacia ti. Te lo pedimos en el nombre de nuestro Señor Jesucristo quien contigo y el Espíritu Santo vive y reina y es Dios por los siglos de los siglos.

Amén.

En el nombre del Padre y….

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