Billete Celador –Un Mensaje para Ti Guardia de Honor- Unión fraterna… Parroquia de San Pío X

Billete Celador –Un Mensaje para Ti Guardia de Honor- Unión fraterna… Parroquia de San Pío X

Billete Celador –Un Mensaje para Ti Guardia de Honor-

Unión fraterna…

   Parroquia de San Pío X     

         vengan-a-desayunar      

Se manifestó Jesús otra vez a los discípulos a orillas del mar de Tiberíades. Se manifestó de esta manera. Estaban juntos Simón Pedro, Tomás, llamado el Mellizo, Natanael, el de Caná de Galilea, los de Zebedeo y otros dos de sus discípulos. Simón Pedro les dice: “Voy a pescar.” Le contestan ellos: “También nosotros vamos contigo.” Fueron y subieron a la barca, pero aquella noche no pescaron nada.

Cuando ya amaneció, estaba Jesús en la orilla; pero los discípulos no sabían que era Jesús. Díceles Jesús: “Muchachos, ¿no tenéis nada que comer?” le contestaron: “No.” Él les dijo: Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis.” la echaron, pues,   Y ya no podían arrastrarla por la abundancia de peces. El discípulo a quien Jesús amaba dice entonces a Pedro: “Es el Señor”. Cuando Simón Pedro oyó “es el Señor” se puso el vestido –pues estaba desnudo- y se lanzó al mar. Los demás discípulos vinieron en la barca, arrastrando la red con los peces; pues no distaban mucho de tierra sino unos doscientos codos. Nada más saltar a tierra, ven preparadas unas brasas y un pez sobre ellas y pan. Díceles Jesús: “Traed algunos de los peces que acabáis de pescar.” Subió Simón Pedro y sacó la red a tierra, llena de peces grandes: ciento cincuenta y tres. Y, aun siendo tantos, no se rompió la red. Jesús les dice: “venid y comed.” Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: “¿Quién eres tú?”, sabiendo que era el Señor. Viene entonces Jesús, toma el pan y se lo da; y de igual modo el pez. Esta fue ya la tercera vez que Jesús se manifestó a los discípulos después de resucitar de entre los muertos….

Juan 21, 1-19

 

San Gregorio M.: Voy a pescar… por mandato del Señor, los apóstoles habían ido a Galilea donde le verían. Allí tendrán calma para recibir instrucciones sobre su misión por espacio de cuarenta días. Mientras tanto volvieron  a sus antiguas ocupaciones. N. Señor permitió que la necesidad obligara a sus discípulos a volver a la pesca, porque quería que fueran testigos del milagro que se proponía obrar. Por consiguiente, después de su conversión, ellos pudieron dedicarse sin culpa alguna a ocupaciones a las que antes se dedicaban lícitamente. He ahí, pues, Pedro que vuelve a la pesca. Mateo, sin embargo, porque hay profesiones que no se pueden ejerce sin cometer  pecado, o al menos sin grave y constante peligro  de caer en él. Es preciso que el corazón, efectivamente convertido, se despegue de todo lo que lo puede llevar al mal.

 

Imitemos a los apóstoles, para fructificar debemos permanecer en unidad.

¡Jesucristo lo sabe todo! ¡Él, Conoce muy bien nuestras necesidades! Que escena tan hermosa, Cristo se aparece por tercera vez a los discípulos y se compadece de ellos al ver que no han pescado nada y les dice: Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis…  y al instante los hicieron.  La fe es  distintivo del discípulo, de aquel que, por la fe reconoce al Dios único: Padre, Hijo y Espíritu Santo y reconoce que para Dios no hay nada imposible. Esta fe nos  abre a la caridad y nos une al  Padre con el Hijo y  comunica el Espíritu Santo, convirtiéndonos en testigos en el mundo y cooperadores en sus designios. Para que el hombre realice la Voluntad de Dios debe mantenerse unido con Dios reconociendo su dependencia con una fidelidad confiada. Cuando el hombre se rehúsa a mantenerse en esta  fidelidad equivale a igualarse con Dios y  a  negar al Dios único, así rompe con Él que es solo amor y fuente de la unidad. De esta ruptura dimanan divisiones que rompen la unidad, como consecuencia: poligamia, envidia, desacuerdos… para remediar esta ruptura escoge Dios a hombres: obispos, sacerdotes, pastores que por la fe condición de unión con Él lleven a cabo su obra de unidad que no cesa de llamar a nuevos elegidos como: Noé, Abraham, Moisés, David el siervo; que procuren la unidad y realicen su misión de pueblo sacerdote y pueblo testigo. Es común que cuando las cosas no van bien o no salen conforme a nuestros planes, es fácil que surjan diferentes opiniones que originan división, esto suele suceder en cualquier ámbito: política, sociedad, familia, grupos… esto rompe la armonía,  la unidad… Jesucristo nos enseña a confiar en su bondad, Él obrara.

El elegido por Dios, para realizar la unión en la Iglesia es el Hijo único, Cristo, el  une a los que lo aman y creen en él, dándoles su Espíritu Santo y a su Madre, alimentándonos con un solo Pan, Cuerpo sacrificado en la Cruz. Así hace de todos un solo Cuerpo y hace de los creyentes sus miembros, dotando a cada uno de carismas para el bien común de su cuerpo que es la Iglesia. El conoce a todas sus ovejas en su diversidad y dando su vida, quiere reunir en su rebaño a los hijos de Dios dispersos por el mundo. Por él se restaura la unidad en dos planos: unidad interior del hombre desgarrado por sus pasiones y la unidad de Cristo con su Iglesia; unidad de todos los hombres a los que el Espíritu Santo hace hijos del mismo Padre, que teniendo un solo corazón y una sola alma alaban con una sola voz a su Padre. Por lo tanto hay que promover esta unidad que desgarra toda clase de cismas y que cuyo fundamento es la única fe en el único Señor. El signo  de la única Iglesia, confiada al amor de Pedro, esta es su unidad,  fruto que llevan los que permanecen en el amor de Cristo y observan fielmente su mandamiento único: “Amaos unos a otros como yo os he amado.” Su fidelidad y fecundidad se miden por su unión con Cristo. La unidad en los cristianos es necesaria para que se revele en ellos al mundo el amor del Padre manifestado como don de su Hijo único, y para que todos los hombres sean unos en Cristo; entonces se realizara el supremo deseo de Jesús: “Padre, que todos sean uno, como nosotros somos uno”. ¡Qué gesto tan lleno de ternura y Misericordia! Cristo, conociendo muy bien el corazón del hombre, no solo se compadece de sus discípulos cansados y  hambrientos sino que les muestra su amor cocinando para ellos.  El encuentro con Él les fortalece y les ayuda a recuperar fuerzas para continuar, es necesario cumplir la Voluntad de Dios alimentados con el Pan que él nos brinda en la Eucaristía y solo así podremos conocer sus designios,  indispensable el dialogo continuo y la obediencia a su Palabra, ya que solo el trato intimo,  cercano, nos hace capaces de reconocer en todo momento la presencia de Cristo que nos llama a ser uno solo con Él.

 

Mamita María,  tú eres Madre de la Iglesia, puente de unión entre tu hijo Jesucristo y tus hijos los cristianos, ejemplo de unidad y fidelidad. Los deseos, pensamientos, obras de tu Hijo son también los tuyos, por eso Madre enséñanos a imitarte a vivir como tú en la confianza total, en el silencio de corazón para escuchar su Voz, sin dudas, reclamos… Más bien como el siervo atento a los más mínimos  deseos  del Amado, mostrando así nuestro amor incondicional y nuestra unión con Él.

Por la intención de Abril del Santo Papa Francisco: para que los pequeños agricultores, reciban la remuneración justa por su precioso trabajo. Por los cristianos en África.

Por el éxito de la reunión de Obispos en México, para que el Espíritu Santo se derrame en ellos, para bien de la Iglesia.

 

Oremos por todas las necesidades de nuestra Iglesia en especial por: santo Papa Francisco, Papa Emérito Benedicto XVI, Arz. Alfonso Cortes Contreras, Arz. Emérito José Guadalupe Martin Rabago, Obispo Juan Pallares, por todos los Obispos y sacerdotes del mundo en especial por: P: Eduardo Contreras, P. Juan Rodríguez Alba, P. Mario García, P. Juan Manuel Fernández, P. Silverio Chávez Ayala, P. Rafael, P. Martin Tafolla, P. Jorge Claudio, P. Hugo Landeros, P. Arturo Pérez Márquez, P. Antonio Borja,  P. Arturo Espinoza Rico, P. Jorge Avalos, P. Chuy Salazar, P. Carlos Muñoz F., P. Chuy Reyes, P. José López, P. Valentín Garibay, P. Joel Padrón González, P. Juan María Huerta Muro, P. Roberto Velázquez, P. Cástulo Zavala, P. Eduardo Córdova, Párroco Tomas M. Zielinski, P. Juan Desiderio Espinoza, P. Miguel Domínguez, P. Leo Patlán, P. Emmanuel Ayala, Arz. Ulises  por todos los seminaristas, por todas las órdenes religiosas, vocaciones sacerdotales, Misioneros, Diáconos, todas las autoridades eclesiales, Ministros Extraordinarios de la Sagrada Comunión, todos los Ministerios en especial Catequesis infantil, Familia, Comunidades, Epso Caritas, Evangelización, Liturgia, Música, Ministerio de Jóvenes, Pastoral de la Salud, Visitan la Cárcel, Niños de María y todos los Servidores de la Iglesia.

 

Celadores del Santísimo Sacramento y Guardias de Honor del Sagrado Corazón de Jesús.

 

Oremos por todos los enfermos del mundo en especial por: P. Juan Manuel Fernández,  Blanca Toscano, Carmelita Valles, Silvia Lara, Evangelina Márquez, Miguel Hernández (cáncer) Pedro Ontiveros (grave) Gora Gallardo, Margarita Macías (grave)  Lupita Goytortua (grave)  los enfermos del corazón, VIH, renales, diabetes, Zika, leucemia, depresión.

Por la conversión de todos los pecadores.

 

Por la paz en todo el mundo.

 

Por todas las familias que sufren separaciones, divorcios, discordia, violencia, enfermedades…

Por todos los cristianos para que crezca en nosotros la necesidad de vivir en unidad.

  Por todos nuestros fieles difuntos en especial: Guardias de Honor,  José Guadalupe Martínez  y las almas del Purgatorio.

 

¡¡¡Unidos en la Eucaristía!!! 

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